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La palabra de moda es amnistía. A mí me gusta más parlar. Es un verbo catalán. Significa conversar, expresar sentimientos y pensamientos por medio del lenguaje articulado. Parlar es también un vocablo coloquial en español, a veces con sentido despectivo. Recuerdo oírle decir a mi madre cuando emigramos desde el pueblo a la orilla de León: ‘Echo de menos las parladas con las vecinas’. Ellas parlaban a la puerta de casa. Entre aguja y aguja y entre hilo y puntada, se hacían confesiones, compartían recetas, cuentos y remedios y cuidaban a la prole en común. Al sol poner y con toda la jornada doméstica y agraria a las espaldas se sentaban un rato a ‘descansar’ trabajando.

También mi madre usaba a veces el verbo parlar con tono de desdén: «No hacéis más que parlar y no sacáis nada en limpio», decía cuando nos enredábamos en debates sin sustancia o veía a ciertos políticos en la tele. Parlar me representa más que muchas voces parlamentarias. Sí, me representa porque entre catalán y español suma una pizca de sentido común, muestra ese espacio que compartimos sin saberlo, ese lugar donde es posible el diálogo y la chanza, que bien que nos hacen falta. Así que bienvenida sea la torre de Babel al Congreso de los Diputados (y diputadas). A ver si el cuarteto leonés también nos lanza alguna parlada útil para la provincia, en llionés o en español.

Lo que no nos hace falta es el griterío y el pataleo, los malos modos y menos aún esa violencia verbal o gestual que ha pasado de una realidad en la calle, en bares, comercios y centros de trabajo a peleas de gallos y gallitos en hemiciclos y salones de plenos. Este país necesita una parlada a la puerta de casa, tanto como un debate territorial, pero no bidireccional. No se trata de una pelea entre España y Cataluña. El mismo sentimiento que tienen muchos catalanes y catalanas del centralismo del Gobierno de Madrid lo comparten muchos leoneses y leonesas por el centralismo de la Junta. Luego está el problema de Madrid confundido con España y su glotonería económica. Y las palabras que ocultan a las personas, como decía el jefe indio Toro Sentado mientras escrutaba en silencio a los ‘extraños’ blancos. Para amnistía, la que se regalaron los verdugos de la dictadura bajo el pretexto de excarcelar a los presos políticos al acabar el franquismo. ¿De qué fala esta gente?

Parlemos. Parlem. Hitz egin dezagun. Falemos. Parlar es tejer redes y falar. De ese estado pluriterritorial que dicen en Cataluña y en Euskadi. Muchos mendrugos que no saben lo que hay tras las fronteras de sus ombligos, se darán cuenta de que sí, que somos muchos más territorios de los que cuentan, más lenguas de las que conocen y más sangre de la que corre por sus venas, embutidas de emigrantes, y que nos unen más lazos o que diferencias. El genio de Gaudí, sin ir más lejos. O aquel comercio de Botinás que luego fue caja y desvalijaron los de aquí. Como el Liceo los de allí.