Gurús y corrillos
Nos gusta pensar que existe una vida perfecta. Que todo puede ser maravilloso. Que podemos vivir sin mancha, encajados perfectamente en el molde aunque no tengamos margen para movernos libremente.
Queremos comprar esa idea que nos venden de que todo puede ser de coña todo el tiempo. Como si eso fuera posible. Buscamos la felicidad y el control de forma casi obsesiva, con lo aburrido que es, como si eso fuera posible. Perseguimos la quimera hasta caer rendidos y, a pesar de ello, seguimos, entrando en una espiral absurda que conduce a la enfermedad y nos quita vida de la verdad.
Pero, oigan, no parece importarnos porque seguimos haciendo oídos sordos a las señales y confiando en los innumerables mensajes que nos llegan por todos los lados, colapsando nuestra capacidad de pensar. Muchos contradictorios o incluso falsos, meras suposiciones que nosotros mismos convertimos en verdad, ensalzando a quien lo ha lanzado como un gurú aunque no sepa hacer la o con un canuto.
Nos sobran gurús y nos falta capacidad de decisión propia. Pensamiento crítico. Pero, sinceramente, creo que lo que nos asusta es que podamos pensar sin tener un respaldo que nos diga que alguien lo ha dicho antes que nosotros, no vaya a ser que seamos los primeros y quizás, sólo quizás, nos estemos equivocando.
Nos sobran resabiados y nos falta fluidez. Fluidez vital, digo. Vivimos encorsetados, tratando de buscar respuesta a todo en internet, pensando que la red tiene todas las respuestas sobre lo divino y lo humano. Las predicciones meteorológicas se equivocan cada dos por tres pero, aún así, creemos a pies juntillas lo que alguien dice que pasará dentro de 50 años, despreocupándonos del presente para situarnos directamente en un futuro incierto que todos desconocemos. Alimentando nuestros miedos en corrillos en los que cada uno puede decir lo que le viene en gana porque le pasó a una prima lejana y porque alguien se lo chismorreó vete a saber cuándo. Y se atreven a dar lecciones a los demás, gurús ellos, creyéndose poseedores de la verdad absoluta, dejando al descubierto su ignorancia casi sin límites. Pero ellos se han quedado a gusto. Y tú perplejo ante tanta sabiduría de bote. Pues así está el mundo.