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Coincidí el pasado sábado con el expolítico leonesista Javier Chamorro en un supermercado, y conversamos unos minutos. No sé quién de los dos sacó el tema, pero allí junto a los congelados comentamos acerca de los furiosos tiempos actuales, dentro y fuera de España. Empezó él: «Cada vez me digo más a menudo que esto antes no pasaba… entonces, me pregunto si es una señal de que me estoy haciendo viejo, porque antes sí pasaba, ¿no?». En fin, como en esto pienso y siento igual que él, no pude decirle «tú tranquilo, entramos en una nueva edad de oro». Pero prefiero callar a mentir. Además, si estás mucho rato en la zona de congelados te quedas pajarito. Sí le dije antes de despedirnos: «Como ciudadano del mundo, soy pesimista; como católico, tengo esperanza». Aún creo que lo inesperado puede ser para bien de todos o de muchos, aún creo que un joven quizá sepa arreglar algo que nosotros estropeamos cuando él ni siquiera había nacido, y que tal vez un viejo tenga dos o tres sabios consejos que ofrecernos a cambio de nada. Esa tarde quedé a tomar algo con dos amigos de la redacción de Lucas de Tuy, Javier Tascón y Ángel Santiago de Ramos. Dos señoras, ambas ya en la setentena, dejaron libre la que iba a ser nuestra mesa; una le dijo a la otra: «No me gusta nada lo que pasa ahora en el mundo». Ángel con caballeresca ternura le dijo: «Pues eso tampoco señora, que no todo está tan mal». Nos sonreímos ellas y nosotros, como si fuéramos miembros de la misma hermandad secreta. Tal vez lo seamos.

Hoy iré a ver la última película de Woody Allen. Con amigos, puesto que él también lo es. Desde la adolescencia, cada año venía con una película suya debajo del brazo. A veces, comedia; a veces, drama. La vida misma, ¿no? Los neomacartistas le ha hecho rebajar el ritmo de su creatividad artística, con puritano sentido de castigo sin culpable.

Por cierto, no percibí el pequeño terremoto del sábado. Tenía los cascos puestos, escuchando a Willie Nelson (un joven de 90 años). No obstante, a diario aún me conmueve el temblor de las bellas preguntas que sí me han sido contestadas por la vida. «Encuentras lo que buscas», leí el domingo en un ensayo de Américo Castro acerca de Cervantes. Así es, fue y será.