Editorial | El Barrio Húmedo se queda yermo
Están prácticamente tarumbas después de años de denuncias por ruidos de bares, ruidos de personas en la calle de madrugada que cada día hablan más fuerte, gritan, ruidos de botellas rotas, ruidos de retrovisores destrozados jueves, viernes y sábado, ruidos de las barredoras tras la marabunta. Porque sin ruido parece que hay fiesta, que los bares no se llenan, que no hay ambiente. Y sólo hay algo peor que un fondo buitre para promover la gentrificación, y es el ruido. Sólo hay que fijarse en las mínimas inversiones del Ayuntamiento de León en el último mandato en el casco viejo orientadas a favorecer la convivencia, a hacer de este emblema de León un lugar limpio, seguro y habitable para los niños —no hay, no quedan, nadie quiere quedarse en un entorno monumental sin un tepe de césped ni un mísero columpio para los guajes—. Pero ayer el alcalde de León tuvo una visión o quizá empieza a repensar lo que tanto ha oído en cuatro años sobre la ciudad que gestionó durante el anterior mandato. Hay máquinas de limpieza que ya empieza a llegar donde se las pedían los vecinos —no por capricho—, por lo que ahora se podría pensar que por fin el regidor abandona ideas estériles para centrase en lo que los ciudadanos pedimos: sólo gestión gestión.