Amamos de milagro
Dado que en la anterior columna les conté que iría a ver la última de Woody Allen, Golpe de suerte , hoy les contaré que me ha gustado mucho. Y lo celebro como si fuese mía, pues en cierta medida lo es. Un cuento de Chejov con un toque de novela negra de Simenon. ¿Más de lo mismo?, me preguntará ese lector al que no le gusta el cine de Allen. Sí, pero es que a muchos nos encanta eso. Cuando escucho a Sinatra no quiero que me suene al Fary. Además, lo mismo no es exactamente lo mismo si hay matiz esencial que lo diferencia. Si al leerme esta columna les parece que ya me han leído antes esta convicción será así, también uno tiene sus temas. Lo raro sería que les sonara al profeta Zaratustra. Un joven proclama: «no me rendiré» y un anciano dice «no me rendiré». Las palabras son idénticas, ¿pero nos quieren decir lo mismo? El joven está proclamando un anhelo, el viejo además tiene pruebas de que cumplirá su palabra… pese a todo. En efecto, lo mismo no es lo mismo a una edad que a otra. Allen tiene voz propia y sus historias le caracterizan, más el matiz que cada vez las convierte en muy diferentes. Su última película, rodada con 85 años, ahonda en uno de sus convicciones más representativas: el efecto arbitrario de la suerte, a favor o en contra. Allen es ateo confeso y para él todo es misterioso solo en cuanto carece de sentido: el big bang pudo ser o no ser, la ameba pudo brincar o no, existimos pero pudimos no haber existido. Todo es azar, concluye. Los católicos vemos esto de diferente forma, aunque no siempre seamos capaces de comprender a la primera el sentido que Él tiene de sus respuestas a largo plazo. Nosotros, creemos en el milagro, en la gracia, en la expiación… y, por lo que a mí respecta, creo también en el cine de Allen.
En la película se dice algo que ha le he oído en entrevistas: el amor es cuestión de suerte. Bueno, de esta y de tener ángel de la guarda eficaz. Cupido es majo, pero de puntería dudosa. Y Afrodita tiene sus días. Amamos -ay- de milagro.
Más de lo mismo, a Dios gracias. Y que dure. ¿Quién querría ver a don Quijote desenamorado, quién una película de Allen que parezca de Tarantino? ¿Soy un clásico porque me guste que la paella no me sepa a macarrones?