Con socialistas y con gatos
Los tiernos gatos serían los primeros entre la fauna de mascotas en meterle el diente al cadáver de su dueño. Les hace falta poco más de diez horas para proceder contra el cálido recuerdo que les proporcionaba el hogar. Empiezan la tarea por la cara; esto forma parte de una estadística de las que gira por el mundo, como el mundo gira por los cauces virtuales, sin aportar las causas de esa querencia de los mininos por la carne humana. Los gatos son felinos, igual que el leopardo y la pantera, incluida la rosa. Lejos de la rusticidad y la bravura que se les supone encajada en lo más profundo de sus genes, no hay especie que se ofrezca más dispuesta a darse a la mano. A la mano que le alimenta. Un gato vuelve a donde le dan de comer. Primero, como que en vez de sentarse al banquete, mura, mura con esa pose de jaguar que los emparienta con el silencio de la fiereza; luego, con círculos cada vez más cortos, hasta que un día te hacen tropezar entre ronroneos que no dejan bien claro quién conquistó a quién. Quién puso más. Las sagradas escrituras del pueblo leonés están plagadas de referencias históricas sobre la relación de la humanidad y sus circunstancias; que si los animales de pico no hacen al amo rico; o que quién da pan a perro ajeno, pierde pan y pierde perro. O el ya célebre y remasterizado ripio, con socialistas y gatos, convertido en una religión con tantos fieles como detractores. Faltan meses para saber cómo reaccionarán los gatines de la Unión del Pueblo Leonés cuando el whiskas prometido en prenda por elevar a los altares al segundo grupo con más representantes en el pleno no esté en el cuenco a la puerta del Palacio de los Guzmanes; junto a la gatera, y nunca mejor dicho, por la que escapaban y regresaban los perros de sus correrías nocturnas. Que en el partido del leonesismo transversal hay felinos fieros que no se dejan atusar, lo sabe Morán, por lo poco que le sirvió hacer deboulés todo el verano, calle Ancha arriba y calle Ancha abajo, para tratar de que se olvidaran del agua que escalda. Nos faltan detalles sobre las vida de los gatos. Cuánto tiempo vuelven al lugar en el que dejaron de echarles comida; si zampan la cara del dueño por saña. A qué seguir. ¿Sabe Vélez de gatos?