El atleta de Gaza
Nader Al Mansri corrió una de las series de la prueba de los cinco mil metros en el estadio del Nido de Pájaro de Pekín el 20 de agosto de 2008. Y llegó el último a la meta.
Al Mansri, atleta palestino, residía en la franja de Gaza y a pesar del bloqueo israelí se había empeñado en competir en los Juegos Olímpicos de Pekín. Pero cada vez que se acercaba a un puesto fronterizo para pedir un salvoconducto que le permitiera salir de la franja, los soldados israelíes le humillaban. «Bájate los pantalones», le pedían para comprobar si bajo el calzón corto que usaba para correr se escondía algún explosivo.
Al Mansri le tenía miedo a los soldados judíos. Recelaba del sonido de sus helicópteros cuando entrenaba. Pero también temía a los milicianos de Hamás. Los temía desde el día en que el grupo radical había asesinado a dos de sus familiares a las puertas del Hospital de Gaza, después de confundirles con simpatizantes de Al Fatah; la facción palestina más moderada a la que querían echar de la franja.
Y pesar de todos sus miedos, Al Mansri lo logró. Salió de Gaza con un salvocoducto especial y se unió a los tres atletas de Cisjordania —el territorio controlado por Al Fatah— que iban a representar a la Autoridad Nacional Palestina en los Juegos Olímpicos de Pekín. Lo mejor de esta historia que hace unos años incluía como contrapunto en el libro de relatos Septiembre Negro (el título hace referencia al grupo terrorista que asesinó a once atletas judíos en los Juegos de Múnich) es que fueron israelíes los que ayudaron a Al Mansri a salir de la franja. El periódico judío Yedioth Abronot se enteró de su caso, le entrevistó, contó sus carreras junto a la valla y organizó una campaña para que le dejaran competir en Pekín.
Al Mansri llegó el último a la meta. sí. Y en Septiembre Negro yo me imaginaba que lo que le había estropeado la carrera era el miedo a que el salvoconducto que le había permitido salir de Gaza no le sirviera para regresar con su mujer embarazada, al otro lado de la valla. Viendo la pesadilla que enreda otra vez a Gaza y a Israel, el terror de Hamás en la frontera y el horror de los bombardeos del ejército judío como represalia, creo que Al Mansri hubiera ganado aquella carrera si la hubiera corrido hoy. Para sacar de la franja a su mujer.