De bien nacidos...
Lo mismo que hace Luis Alberto de Cuenca en la santificada tercera del ABC imitando al Borges que un día listó su letanía de razones por las que tenía que dar gracias a Dios , ahí imito yo a don Jorge Luis y Luis Alberto (vaya dos nombres) dándoselas yo, si anduviera Dios ausente, al Destino , al Azar , la Suerte o la Casualidad , siempre tan esquivas e injustas estas dos como los dos primeros. Y hay que empezar a hacerlo canturreando la letra y música que salieron de la entraña de Violeta Parra para que las tronara después Mercedes Sosa con su voz de fuelle: « Gracias a la vida, que me ha dado tanto, me dio dos luceros que, cuando los abro, perfecto distingo lo negro del blanco... me ha dado la risa y me ha dado el llanto, así yo distingo dicha de quebranto ».
Y digo aquí gracias por ser vieja huella mozárabe la finca donde nací escoltada por un monte roblón y un coqueto y bravo río que llaman Torío ... gracias por el lobo que no logró matar Eliseo y escapó entre los gritos despavoridos de Angelina y las otras con mi boca abierta al no entender ni aquel miedo ni aquel odio creyéndolo fiesta por la excitación que trajo el suceso hasta la cena... gracias por renacer con tres años en la capital de los cazurros justo donde se acababan las casas y empezaba un lío de eras y huertas de sebe tupida, el río, los cuestos y las picardías... gracias por tener un tío maestro, otro cura, dos periodistas y tres veterinarios que lo sabían todo... y por don Elpidio que, además de entallarnos la Enciclopedia Álvarez en el tarro, nos enseñó a unos cuantos a encuadernar de primor tras las clases... por caer en un luminoso colegio a estrenar con frailes blancos y una biblioteca con los 27 tomazos de la Gran Enciclopedia Hispano-Americana de 1889 que nadie consultaba y donde aprendí todo lo guarro y siniestro de la vida haciendo creer que iba por nota ampliando conocimientos... por poder palpar la belleza y la armonía del grupo cantando en escolanía o tocando el piano... por no librarme la autoridad de trabajos hoy impropios en un niño... (y tan sólo empecé; continuaré, cómo no).