Diario de León

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Al pobre Peláez pusiéronmelu ayer a parir les fuerces llingüístiques de la Cazurrandia occidental por sacar aquí la lengua «a pacer la pación», la llingua, la madre más madre de cualquier sentimiento nacionil, más que la bandera, que es trapo que destiñe. Llamáronle incluso genocida cultural, título que otrora también me impuso un leonesista pardo y fardo que copiaba de aberchales borrocas igual que de pijonazis, tan ingualicos. Pues que se aclaren, insiste Peláez, esto va oscuro. ¿Dónde se dice o quién establece que el lleunés es lengua en toda regla?, porque altonces ha de haber una norma reglándola, tié que habela, o sea, limpiándola, fijándola y dándole esplendor por seguir estela de la Rae. ¿Es que le han aparejado ya una gramática que jamás existió, estando establecido que sin gramática no puede haber lengua, sino otra cosa no menos digna: dialecto, habla, jerga, argot o jerigonza? El pueblo habló siempre a su modo y entenderse, sólo él fabricó las lenguas, no se las dictaron filólogos lejanos y metomentildes... ¿qué Nebrija al salto o voluntarioso salvaidiomas se encargó aquí de las prosodias, ortografías, morfologías y sintaxis cazurras?, ¿y en qué cunetas enterrarán las que fueron seis o más hablas leonesas?... y eso de que es lengua y no restos dialectales ¿lo asegura el interesado sin laude o lo decreta una Academia de la Lengua Leonesa que ni existe ni aún se la espera? (ahí Peláez se vino arriba), pues algo que se pretende oficial no puede venir por nebrijillas al salto, sino por una decisión experta, debatida y colegiada... y nunca urgida por ansias identitarias en aras a secesiones, noteajuntos y creerse, además, diferentes, pues por ahí va el floreciente orgullo de la leonesidad andante y rampante aferrada a historias repintadas, ropones de atrezzo, redentores investidos y pendones, muchos pendones. Y con un ¡lagarto, lagarto! concluyó Peláez preguntando de qué carrera sale uno «profesor de lleunés» y qué entidad o autoridad homologa ese título por el que cobran de lo público en pagadas campañas de difusión tan dislocadas como ineficaces.

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