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Que la «cuestión catalana», la supuesta «ruptura de España» y la amnistía de los independentistas son la principal preocupación de los españoles es una mentira que por reiterada no sólo no acaba siendo verdad sino que, como la «monotonía de lluvia tras los cristales», que escribió Antonio Machado, acaba teniendo el mismo efecto que la indiferencia. Nos aburren con esos mensajes, relatos machaconamente repetidos que no aportan ni una sola solución sino que lanzan más gasolina a un conflicto territorial histórico, ancestral. «Repite una mentira mil veces y la convertirás en una verdad», es la primera regla de la propaganda atribuida al nazi Joseph Goebbels. Entre los psicólogos esto se conoce como el efecto de la «ilusión de verdad». España no es lo que algunos políticos quieren que sea sino lo que los españoles y españolas quieren ser. Nos podrán convocar mil veces a las urnas y mil y una veces las urnas mostrarán una sociedad plural, muy plural, multicultural, con múltiples acentos, costumbres y lenguas que miran al futuro y no al pasado. Guste o disguste, esta es ahora nuestra España.

Esta estrategia de la división es propia de personalidades saboteadoras, una estrategia tan manida para destruir la cohesión del grupo y sacar beneficio propio, que ya no cuela ni en los patios de colegio, pese a que todavía hay cargos que vive en ese submundo de manipulación. En su condición asumida y constatada de incompetencia, marginan intencionalmente a los miembros más productivos, limitan la comunicación y la creación de lazos de amistad porque entienden que «dividir es reinar». Se equivocan.

España no se rompe, o mejor dicho, no se quiebra por donde ellos están empeñados en creer que se divide mientras desatienden las verdaderas necesidades entre tanto discurso de discordia. España se rompe por la falta de asistencia médica en los pueblos, por aislamiento, por infraestructuras deficientes, por envejecimiento, por soledad no deseada, por despoblación, porque emigra, porque no sabe cómo recibir, por riesgo de pobreza y por descapitalización por falta de inversiones en ciencia y tecnología. Esa es la España que se rompe por los cuatro costados.

A Otto von Bismarck, estadista y político alemán, se le atribuye una frase sobre España: «España es el país más fuerte del mundo: los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido».

Dejen de atormentarnos con discursos dictados en el correo masivo matutino por los estrategas de comunicación de sus partidos, no nos repitan los mismos eslóganes y relatos vacíos y si de verdad están en política para mejorar la vida de las personas, lleguen a acuerdos para que sus trabajos pasen a la historia con dignidad. «La unidad, para ser verdad, tiene que soportar la mayor de las tensiones sin romperse» (Ghandi). Deseo sort, zortea, sorte, suerte para elegir el mejor camino.