La isla del Bierzo
Impresiona el viaducto de Tremor, que salva el valle del mismo río en la A-6, en el arranque del puerto de Manzanal. Sobrecoge su altura. La longitud. El paisaje minero. En la ladera de La Granja se distinguen las ruinas del poblado de Albares-Estación; una hilera de edificios de viviendas abandonados tras el cierre de la mina de carbón hace cincuenta años y un apeadero donde no se sube ni se baja nadie.
Impresiona, sí. Todavía más ahora que sabemos que hay corrosión en los cables que sostienen las enormes piezas de hormigón. El viaducto tiene menos de veinticinco años y ya emite señales de alarma. Y lo ocurrido en la subida de Piedrafita, donde dos estructuras similares colapsaron el verano pasado —afortunadamente ya estaban cerradas— es un aviso.
Sobrecoge, claro, circular por ese puente sobre el río Tremor tan cercano al lazo ferroviario del Manzanal. El sacarcorchos que estrangula el paso de los trenes de mercancías y de la alta velocidad. Sobrecoge imaginar que por esas vías que se ven desde el viaducto, circuló sin frenos el tren correo 421 que en 1944 se estrelló contra una máquina de maniobras y un convoy de carbón en el desaparecido túnel número 20 de Torre del Bierzo. Un accidente dantesco que convirtió el túnel en un infierno de fuego y dejó cien muertos. Que siga siendo por siempre el accidente más grave de la historia de los ferrocarriles españoles. Que no haya otro suceso que bata ese trágico récord.
Pero yo les estaba hablando de la autovía. De esa carretera que es la espina dorsal del Bierzo. La entrada y la salida de mercancías. El vial que nos conecta con la Meseta y con Galicia. O nos conectaba.
Porque es cierto lo que están diciendo desde la política local, desde el empresariado berciano. La corrosión del viaducto de Tremor, sumada al desplome de los viaductos del Castro, convierten al Bierzo en una isla. Somos como la aldea gala de Astérix, pero al revés. Aquí no queremos estar solos. Aquí queremos que nos visiten los romanos.
Impresiona, ¿lo he escrito ya?, conducir por ese viaducto enfermo. Imagino que no tanto como para cerrarlo de forma inminente. Y me pregunto si la vicepresidente tercera del Gobierno Teresa Ribera, que hoy nos visita en la Térmica Cultural, habrá llegado al Bierzo por carretera.