Diario de León

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Desarrollar habilidades sociales e intrapersonales que permitan relacionarse bien con compañeros, y otras personas; aprender a compartir; aprender a esperar; aprender a ceder; ser empáticos; tener una autoestima equilibrada y ser asertivo. Son los deberes que recomienda a los docentes la doctora en Psicología Educativa Amelia Barrientos. Unos principios que son perfectamente aplicables a cualquier persona, en cualquier situación personal o profesional. Lamentablemente, son muy ajenas a la realidad que vivimos la mayoría del tiempo.

La doctora incide en la necesidad de tener herramientas para gestionar el clima social y emocional en el entorno, trabajar en colaboración, demostrar equilibrio emocional, controlar el estrés y ser flexibles para relacionarse con los demás. Una bonita utopía. En demasiados casos las habilidades han involucionado, las relaciones no son fáciles, ni se comparte ni se espera ni se cede. Desde luego, la empatía es una quimera lo mismo que la asertividad. La autoestima es cosa de cada cual, pero sin duda crea climas tóxicos.

Entiendo que la tarea no es fácil. Menos en estos tiempos, sea cual sea la edad a la que dediquen sus esfuerzos los docentes. Mi experiencia hasta bien entrado el instituto fue francamente ingrata con mis profesores. No se me echen encima, soy hija y sobrina de maestras, sé bien el percal que se encontraban entonces y también conozco el difícil patio actual.

Todo eso no obvia lo que recomienda Barrientos, que debería ser el abc no ya de cualquier entorno profesional, sino de una forma de actuar personal que durante demasiado tiempo se ha olvidado. Primero debemos ser personas, luego todo lo demás. Nunca se nos ha educado para eso, y de aquellos polvos, estos lodos que más parecen arenas movedizas. Nos tragan.

La doctora Psicología Educativa defiende una buena formación emocional inicial y permanente en habilidades interpersonales e intrapersonales como una de las claves necesaria para desarrollar de forma apropiada la labor docente. Desde luego. Para la vida en general, diría yo. Insiste en que, desde la infancia, es esencial que se reciba una sólida educación emocional, para afrontar las relaciones con los demás, los desafíos de la vida y, sobre todo, lograr un bienestar emocional duradero.

Quizá hay que dejarse de tanta demagogia con las ideologizadas asignaturas de unos y otros gobiernos y dotar de humanismo y cordura a la enseñanza. A todos los entornos. A la vida.

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