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S obre todo de noche’  es el título de la película de Víctor Iriarte que se ha proyectado en la Seminci después de su estreno en el Festival de Venecia. Y, sobre todo de noche, ocurrían los hechos que transcurren como un río subterráneo por una cinta libérrima, pero concienzuda para quien se haya acercado a la trama de los bebés robados en España. Algo que empezó durante la Guerra Civil con el arrebato a mujeres y familias republicanas de hijos e hijas para extirparles el gen rojo, según las teorías eugenésicas de Vallejo-Nájera, se transformó en negocio durante el franquismo y prosiguió impunemente durante la democracia.

Dos madres, una biológica y otra adoptiva, y un hijo forman el triángulo de la película. Lola Dueñas hace de madre biológica en un personaje que es un arquetipo de todos los tipos de madre que, de una u otra forma, incluso las que ‘voluntariamente’. No olvidemos que la presión social y el estigma hacia las madres solteras tuteladas, manejadas y maltratadas por el Patronato de la Mujer llega hasta bien entrada la democracia en los años 80. Lola Dueñas mostró más que empatía hacia las madres que lloran su pérdida o han muerto sin saber: «Ya no es el dolor de la pérdida por la desaparición de un hijo, sino la violencia que llega detrás, que es no hablar de ello». Ana Torrent, que hace de madre adoptiva, a la vez engañada y parte del engaño, incidió en la impunidad que permitió que la trama se prolongara durante tantos años y dio en el clavo al definir a esos padres y madres que luchan en silencio como «fantasmas a los que nadie ve, de los que nadie quiere hablar». Después de los primeros años de atención, el caso de los bebés robados ha quedado sepultado por el cansancio de las familias y el desconcierto de un asociacionismo que desconfía del Estado, no vio bien el encaje del problema en la Ley de Memoria Democrática y exige una ley específica. Ahora que el informe del Defensor del Pueblo reconoce los abusos sexuales del clero a más de 445.000 víctimas en España sería de justicia que alguien se ocupara en el ministerio del mismo nombre o en los que haga falta de hacer sus deberes con este asunto que nos concierne como sociedad democrática.

Ocurría sobre todo de noche. Y como fantasmas en la noche siguen vagando las historias de los bebés robados sin que el Estado les preste atención ni nadie haya supervisado el trabajo que se haya podido realizar desde el Servicio de Información a Afectados por la posible sustracción de recién nacidos. La Ley de Memoria Democrática reconoce el tráfico de menores de 1936 a 1978. El Estado abandona a las posibles víctimas hasta los años 90 y aún no ha hecho nada para investigar cientos de casos archivados en los juzgados porque los médicos han muerto. También las madres van muriendo. ‘Sobre todo de noche’ es un bálsamo para las víctimas entre tanto silencio. Es curioso que haya obtenido en la Seminci el premio Fipresci, de la crítica internacional. Como una señal más de que aquí importa no sólo importa poco el problema sino que lo niega. Mire a su alrededor y pregunten por las razones. También la iglesia negó hasta el hartazgo la pederastia.