Restaurar para qué

Una de las mayores controversias en temas patrimoniales es siempre qué criterios seguir en las restauraciones, restaurar para qué o cómo ha de ser el tratamiento de las ruinas en caso de mantenerlas con cierta dignidad y significado, naturalmente, actitud ejemplar en algunos países.

Como viajo con frecuencia, por razones afectivas y familiares, por la carretera de Asturias, he constatado la intervención que se hizo en la histórica fuente de La Copona, al parecer con una más que notable inversión. Pero restaurar, y es a lo que vamos, no debe quedar ahí. Necesita, a mi juicio, atención permanente, la reconversión en un rincón —siega, arbolado, bancos…— tan vinculado a la vida histórica de nuestras gentes. De no ser así, volveríamos a las andadas, el olvido, la dejadez y a ruina. Carecería de sentido la restauración, y, pasado el tiempo, a una nueva o la desaparición. Pocas más alternativas.

Precisamente, durante esta última temporada las obras desde Álvaro López Núñez hasta la rotonda de Cantamilanos están cambiando la cara a la salida norte de la ciudad. Aprovechando la circunstancia, un breve apunte, sin embargo. Bajando la cuesta que da a la referida rotonda, ese deporte nacional tan practicado, a mano izquierda, en las inmediaciones del seminario, las antiguas ubicaciones de una tejera y una fábrica de forjados, espacio convertido hoy en un auténtico basurero. Desconozco a qué término municipal pertenece. Lo que sí debería ser cierto, y de muy obligado cumplimiento, es que la autoridad competente tome las medidas necesarias. Primero porque es un foco de insalubridad manifiesta. Y también, por qué no, porque la entrada norte a la ciudad no es que sea muy estética. La primera impresión se puede convertir en desalentadora.

Dicen que el más limpio no es el que más limpia, sino el que menos ensucia. Una asignatura pendiente entre nosotros, en espacios urbanos y en vertederos incontrolados en campos y montaña. La dejadez hace que no pocas de nuestras referencias, urbanas y rurales, incluso históricas, se conviertan en verdaderos amontonamientos de basura. Restaurar siempre se hará más costoso, por las añadiduras. Alguien ha de tomar nota, pero con eficacia. Que no quede en papel mojado.