Diario de León

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Ah, el corazón humano. Las primeras investigaciones forenses parecen descartar el suicidio por drogas en la muerte del actor cómico Matthew Perry, a los 54 años y en la bañera de su casa. Famoso, millonario y muy querido por su papel en Friends . Pero la paz interior no se rige por esa clase de contabilidad. Lástima que no se lo podamos preguntar a Marilyn Monroe y a todos aquellos que eran demasiado frágiles para la fama. ¿No fue suicidio? Hay muchas formas de matarse a uno mismo, casi tantas como tiene la vida de matarte. Abandonarse al propio ocaso es una de ellas. Perry recibió mucho amor, pero quizá no de la clase que él necesitaba. Luchó contra sus adicciones, y habló públicamente de ello para que sirviese de ayuda a otros, pero además están las luchas invisibles, que no detectan las autopsias. Puedes llamarlo soledad, desesperación, vacío o con cualquier de los sinónimos del dolor íntimo. Nadie lo tiene todo, si eso no incluye aquello que realmente su corazón necesita. Ojalá no haya sido suicidio, ya no tanto por él sino por quienes le amaban. Siempre es difícil ayudar a quien lo tiene todo, salvo paz interior. ¿Qué puede curar una herida invisible sino lo Invisible? ¿Qué podía haber curado a Robin Williams o a Verónica Forqué? Quizá, la fama solo satisface a quienes la adoran.

Sigo preguntándome por qué Cervantes escribió la obra maestra universal del humor. No le romantizo, simplemente, sé leer una biografía. Me lo pregunto, pero creo saber la respuesta: podemos dar aquello que no tenemos o que un día perdimos. En el corazón humano una brizna de diferencia puede ser un abismo. A veces, la diferencia entre resistir o no está en tener —o no— una herida invisible.

Hace muchos años, en un camerino del teatro Emperador entrevisté a la gran actriz cómica Gracita Morales. Accedió con la condición de que no abordaremos su depresión. Le pregunté qué habría querido ser de no dedicarse a la interpretación. Todavía se me humedecen los ojos con su respuesta: «pastorcita». Quizá, también ella nos daba la alegría que no tenía o que había perdido. Nos marchamos del Valle sin haber comprendido qué es el corazón humano. Adiós, Matthew Perry, muchos abrazos a Robin y a Marilyn. Descansa.

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