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Convengamos que el plan de reapertura de la Vía de la Plata remite a un pasado en blanco y negro de esos tiempos en los que los árbitros de fútbol lucían bigote y barriga, no perfil fino de guapos de Instagram. Nos queda tan a trasmano ese 1984, cuando Felipe González cerró la línea entre Astorga y Plasencia, que para actualizar la noticia de la reclamación el Gobierno ha decidido encargar de momento un estudio de viabilidad con fotos en color. Otro estudio de viabilidad. Otra coartada para dar tanza a la reivindicación que une de norte a sur, casi 40 años después del último cambio de agujas, a los territorios condenados al subdesarrollo por la política asimétrica que apostaba por el actual país de tres velocidades. Pero frente a la bomba de humo administrativa con la que se da la patada a seguir para eludir el problema, la plataforma social defensora del proyecto escenificó este sábado en 16 ciudades el derecho del oeste a contar con un vehículo de desarrollo que jubile la diligencia. Sin anuncios horteras en la tele, como el que derrocha el Corredor Mediterráneo para exhibir músculo, la unidad de acción levanta la trinchera de la lucha de las zonas desfavorecidas contra las privilegiadas. El progreso viaja en tren.

El movimiento aúna a colectivos sociales con partidos políticos, a pesar de las traiciones del PSOE, que la cerró, y del PP, que votó en contra de la Proposición No de Ley impulsada en 2017 para estudiar su reapertura. No caben más retrasos. El horizonte de 2050 se avista tan increíble como los 40 años de espera y la recuperación podría comenzar por los 22 kilómetros entre Astorga y La Bañeza. El primer hito pasa por que la UE incluya el trazado como parte de la red básica ampliada para acceder a la ventanilla preferente de subvenciones. La trampa puede venir de las medias soluciones, como la que propugna la ejecución del tramo entre Plasencia y Salamanca para favorecer desde ahí las comunicaciones con Valladolid, que completaría la estrategia que la Junta ya inició al desplazar con la anuencia del Gobierno el nodo logístico del noroeste en detrimento de León. No hace falta inventar nada. Sólo se necesita seguir las huellas de los raíles que, tras el expolio de todo este tiempo, pespuntean la traza. Aún nos acordamos cómo era la Vía de la Plata. Por entonces arbitraba Enríquez Negreira. Para quitarnos de en medio esta vez, el tren tendría que salirse de la vía.