Diario de León

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La lista de ricos está sobrevalorada. Por los pobres, claro, que nos pasamos un par de días al años boquiabiertos mientras corremos las bolitas de ceros que presenta la relación de millonarios y sus cuenta corriente en el ábaco de Forbes. Ya no se sabe si es una revista o un folletín de autodefinidos, para pasar la tarde mientras envejeces consciente de que envejeces pobre mientras lees sobre gente que morirá rica. Forbes avisa de que no es nada personal, que son negocios. Ya sabemos, así, dónde bebían los guionistas pretenciosos que lograron pasar a la historia a base de frases hechas. Uno de los últimos en salir en portada es un tipo que manda un grupo terrorista de renombre, y que ahora vuelve a estar en primera línea (la manada de terroristas, digo, no el jefe) por cosas que nos acercan a la trama de Apocalypto. Uno se puede hacer rico mientras administra la ayuda internacional que se pide en nombre de los pobres del tercer mundo, y que sale lo mismo de la colecta del cepillo de la misa del Corpus que de la sección de igualdad de la concejalía de libertades del ayuntamiento, que no tiene un duro para dar más potencia al alumbrado público. La lista de ricos tiene su alter ego en la lista de pobres, que merecía otro par de portadas al año. La lista de ricos es una redundancia, si el sintagma se pasa por el filtro de la semántica, que lo deglute limpio y lleno de esplendor. Se ha dado el caso de ricos que fueron mentecatos; y dejaron de ser pobres, pero no de ser idiotas. Los pobres contemporáneos, por lo general, suelen ser los nietos de los ricos, que no supieron administrarse en la abundancia y penan en la escasez mientras persiguen fideos en el remolino que deja la caceta en la sopa. Caceta es otra reminiscencia de pobre, cuando lo correcto para los ricos antes de que Ikea democratizara el acceso de los desharrapados a los lujos del menaje del hogar era decir cucharón. Casi todos los ricos con ego sanchista se han hecho a sí mismos. Gastar como pobres para vivir como ricos, y otras propuestas del tutorial que conduce al primer millón. Luego, suele llegar todo rodado. Ahí, ahí es donde se le pierde la pista a los pobres. En el límite de ceros a la derecha. Los pobres con dinero tienen un concepto chungo de la fortuna.

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