Fantasmagorías
Dice el diccionario que la fantasmagoría es una ilusión. Una figuración vana de la inteligencia. Una sombra, añado yo, un eco de nuestra imaginación.
La fantasmagoría de John Lennon, el beatle asesinado en 1980 de un disparo frente al Edificio Dakota de Nueva York, y la de su compañero George Harrison, fallecido en el año 2001 de cáncer, se codean estos días con las imágenes reales de los dos miembros de la banda legendaria que siguen vivos; Paul McCartney y Ringo Starr. Muertos y vivos comparten el video de la última canción de Los Beatles, Now and then (De vez en cuando), un digno cierre a la trayectoria de la mejor banda pop de la historia. Y la Inteligencia Artificial no solo ha logrado resucitar las imágenes de Lennon y Harrison, también ha permitido separar la voz del beatle asesinado del sonido del piano en la cinta de cassette donde, un año antes de morir, grabó una primera versión de Now and then . A esa voz, a ese piano, le han acoplado la guitarra de Harrison en los noventa, la batería y el bajo de Ringo y McCartney ahora.
Me pregunto que estará pensando Luis Mateo Díez, nuevo Premio Cervantes, de todo esto. Quizá no le gusten Los Beatles o, ensimismado como dice que ha estado estos días en la escritura de su última novela, no le haya prestado mucha atención al lanzamiento de la canción. Me lo pregunto porque Luis Mateo, el creador del reino de Celama, el hombre que invocó a los espíritus del Páramo, es un avezado inventor de fantasmagorías. Un narrador fecundo que busca en la ficción lo que no le da la realidad y que todavía tiene su mejor novela por delante.
Dice Luis Mateo Díez —que ya ha cumplido los 81 años y es de la quinta de Los Beatles y de Los Rolling Stones; otros que parecen eternos con su nuevo disco tras muchos años de silencio— que va a seguir escribiendo después del premio. Pero no sabe si escribir hasta el final es un destino o una condena. Una suerte o una maldición.
Por eso me recuerda el escritor de Villablino —otra vez— a la bailarina de aquel cuento de Andersen que, calzada con unas zapatillas rojas, danzaba hasta el infinito. Los lectores de Luis Mateo, como los fans de Los Beatles, estamos deseando que nunca se quiten las botas.