El alcalde que no pudo con la verdad de una corresponsal
El periodismo de moqueta es fácil. Al menos es más complicado encontrarte cara a cara con un presidente del Gobierno enfadado cada vez que lee una publicación veraz pero molesta. En el pueblo es distinto. Mantener el rigor sin miedos es lo que hace digna a esa especie en extinción que son los corresponsales locales. Porque si informan de algo que escuece saben que habrá encontronazo al día siguiente, o al próximo como muy tarde. Lo han vivido todos desde que el periodismo es periodismo. Pero casi siempre ha imperado la cordialidad y el respeto recíprocos. No ha sido el caso de Villablino, donde cada información publicada por Vanessa Araujo en relación a la gestión del alcalde, el socialista Mario Rivas, ha sido respondida durante años, por ser suaves, con una ofensa. Quiso el regidor doblegarla ante la comisión que vela por la ética en la profesión a raíz de sus artículos. Pero la resolución favorable a la corresponsal de Diario de León en Laciana deja claro que quien debe pedir una disculpa pública, como exigía Rivas, es él mismo.