Diario de León

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Tan apabullantes son el volumen y los argumentos de los que se van, que ahogan el discurso y la confianza de los que nos quedamos. Que no somos pocos, aunque sí insuficientes. En todo caso, empeñados en labrarnos un presente, ojalá que un prometedor futuro, en una tierra que de puertas afuera (sobre todo de puertas adentro) parece que sólo se abre para quienes salen en busca de mejores horizontes, y quienes regresan en busca del reposo en sus orígenes.

No es sólo así. Y poner en valor esa realidad, reivindicarla como ilusionante, sembrar la conciencia de su potencial y luchar no sólo porque sea posible, sino porque sea creciente, es el empeño en el que se vuelcan nuevas y no tan nuevas generaciones de leoneses.

León es una tierra fértil para emprender si se sacuden prejuicios y se buscan los nichos adecuados. Hasta en los reductos más insospechados. Ahí está el extraordinario ejemplo del Monoloco, esa auténtica chifladura de Diego Bajo y Héctor Herrero. Quizá esta sí es provincia para fiestas, y mejora un modelo exportable que ojalá siga cosechando éxitos.

La aventura de estos dos jóvenes es sin duda una excepción. Su perspicacia y perseverancia en el proyecto en el que creyeron no. Miles de leoneses, muchos miles, defienden su idea de negocio desde toda la provincia con la vista puesta en su pueblo, su comarca, su provincia, el país, la nación, otros países o el universo mundo que se les ponga por delante. No merecen un emplaste derrotista que no se corresponde con la realidad de una tierra que afronta grandes problemas, padece no con tanta resignación como pudiera creerse (aunque con pocas armas, vistos los resultados) el gran desprecio de que las administraciones no hagan aprecio de sus exigencias, mas pretende hacer virtud de potenciales que destacan en los nuevos vientos económicos, de momento más desde la teoría que desde la práctica.

En la época de la hiperconectividad (más o menos), con sectores que sí son pujantes y con una mirada atenta a las muchas necesidades y no menos deseos no sólo de esta comunidad local, sino de la sociedad global, las oportunidades son de quienes las trabajan. Lo defendía esta semana Emilio García, Premio Joven Empresario de la Fele. «Somos muchos los que nos quedamos y construimos presente y futuro. León no se muere».

Dicho y hecho. Sea.

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