Nos gusta la fruta
Cuando nos habíamos habituado a consumir dentro del gintonic las tres piezas diarias recomendadas por los nutricionistas, la sesión de embestidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno condena nuestros esfuerzos por escaquearnos de la escalada del IPC a la copa de los árboles de la huerta. Sin otro interés que mantenerse en el poder, a costa de apostatar de los valores de igualdad y solidaridad del socialismo, ahora supeditados al supremacismo de la alta burguesía catalana, la toma de imposición del candidato del PSOE a los dictados del delincuente Puigdemont deja un daño colateral que afectará a la cesta de la compra antes de notarse en la financiación territorial. Por accidente, como toda su carrera, la provocación a Isabel Díaz Ayuso derivó en que la indigencia intelectual de la presidenta de la Comunidad de Madrid travistiera su hijodeputa hacia el mandatario con el trampantojo de me gusta la fruta : un meme que se ha revelado como la mejor campaña de promoción de estos alimentos en toda España y ha disparado la demanda.
Se antoja escasa en todo caso para que el aumento del consumo haga que el alza de los precios de la pera conferencia, la manzana reineta y hasta la castaña consigan compensarnos en León por los 2.500 millones de euros de deuda histórica en infraestructuras que arrastramos. La amnistía aquí la soportamos desde hace muchos mandatos, aunque ahora desde el PP, que promovió una fiscal, quieran convencernos de que la marginación que se anuncia en las inversiones viene motivada por el pacto con los independentistas catalanes y los vascos. El argumento, que soslaya que los populares hablaban catalán en la intimidad y alimentaban con nueces al PNV para que Aznar se convirtiera en presidente, no justifica por qué ese modelo de crecimiento asimétrico de territorios se calca dentro de la comunidad con la centralización del gasto y las estrategias de crecimiento para Valladolid, tanto por parte del Gobierno como, sobre todo, de la Junta en la que gobiernan desde hace 36 años. El estribillo facilón que propugna que la deuda de un catalán la va a tener que pagar un leonés no aporta nada nuevo, salvo que habría que añadir gentilicios al sujeto y responsables al cargo, mientras Sánchez se mofa con la coartada de que la amnistía en Cataluña la justifica «el interés de España». No se corten. Nos gusta la fruta.