Cerrar

Creado:

Actualizado:

La tragedia de una discoteca de Murcia, con varios muertos, trajo a la actualidad un tema siempre candente como es la depuración de responsabilidades. Que si tenía, que si no tenía, que si fulanito, que si menganito, que si esto, que si lo otro… O sea, como siempre, balones fuera, que vamos ganando. Y la verdad es que en este y tantos otros casos, no sabemos quién gana, sí quién pierde. La evidencia no necesita más argumentos, aunque irse de rositas parece camino transitado como broche final.

Lo chocante viene después de lo ocurrido. El desparpajo político, que llega desde diversas administraciones, especialmente municipales, anuncia con solemnidad, con cierta y aparente dosis de novedad incluso, que revisará(n) todos estos locales por si presentasen algunas anomalías o no tuviesen todos los papeles en regla. Más parece actitud de ponerse la venda antes de que se produzca la herida. ¿Acaso no hay una obligación en este y otros sentidos? ¿Acaso solo sirve sacar pecho y hacer pruebas comparativas para justificar ataques innecesarios? ¿No es de obligado cumplimiento la salvaguarda de los derechos de los ciudadanos? ¿Por qué ha de confiarse como colectividad en las excepciones imprevisibles de cualquier riesgo? ¿Los posibles intereses particulares pueden estar por encima de los de la mayoría?

La política siempre, o casi siempre, que apenas hay verdades absolutas, camina detrás de los hechos, de la realidad viva y cambiante. No deberían olvidar que después de la llegada del lobo espera una manada, con esa ya casi mitológica consideración de agresividad: un parque infantil cortado por dos calles junto al ferrocarril que nunca llega, las aceras imposibles pobladas de bicicletas y patinetes eléctricos a toda velocidad sorteando obstáculos, la loseta eternamente desprendida en la que tropiezan, sobre todo los mayores, con caídas estrepitosas, los coches que aceleran sin límite por zonas concurridas, los espacios abiertos al abandono y el descontrol, obras no señalizadas que suponen riesgos y peligros, aceras superinundadas cuando llueve o peligrosamente resbaladizas con la nieve, socavones de diverso calibre y consecuencias diversas…

La casuística puede completarla cada cual, que no se acaba. Es verdad que la previsión absoluta no existe, y eso nos humaniza. La desgracia forma parte de la condición humana. El lobo no tiene ideología, solo dolor, llorado a veces con lágrimas de cocodrilo.