Diario de León

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Si se mueren las abejas; si los calores y la sequía del cambio climático las matan; si los depredadores como el avispón asiático las ‘secuestran’ cuando salen de las colmenas y después las devoran en sus nidos, habremos perdido no solo la miel de los castaños y la de brezo, la miel de flores y la del tomillo, la miel del madroño y del eucalipto, la miel de azahar y la de romero; habremos perdido un insecto volador con un papel fundamental en la biodiversidad: donde hay abejas la flora y la vegetación es más exuberante, más variada, porque son ellas, sobre todo, las que llevan el polen de un lugar a otro, hacen posible la floración y que los árboles y los arbustos den fruto.

Imagínense un mundo sin abejas. Sin flores. Sin frutos. Imagíneselo y entenderán por qué es tan importante defenderlas del aumento de las temperaturas, de los hongos que crecen en ambientes húmedos y de la vespa velutina , ese enemigo implacable, ese invasor que está diezmando las colmenas porque las abejas son su alimento.

Con los nidos de velutinas cada vez más extendidos en el Bierzo y los apicultores que reclaman a la Junta de Castilla y León más trampas para atrapar a las avispas reina durante la invernación y evitar así que en primavera formen nuevas colonias, el proyecto Smart Green Bees que apadrina la multinacional LG para recuperar la población de la abeja ibérica (o abeja europea; apis mellifera ) en España, parece una gran idea. El objetivo es lograr que haya una abeja ibérica por cada persona que pisa este país, y eso serían 47 millones de bichejos alados llevando de un lado a otro el polen, más allá de la miel que produzcan en sus colmenas.

El proyecto lleva un año en marcha en otros lugares de la geografía española como Valencia, Barcelona, Málaga y Guadalajara, y ahora llega al Bierzo para repoblar una de las paradas del Camino de Santiago en Cacabelos. En un año, y en colaboración con la asociación El Rincón de la Abeja y empresa artesana Miel Camino de Santiago, pretenden triplicar los enjambres de la zona.

Por eso es el momento de plantarle cara a la velutina. Porque si se mueren las abejas, si los calores, los hongos y los depredadores las consumen, nos quedaremos sin miel y sin polen. Y la naturaleza, la vida que nos rodea, será más pobre.

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