Editorial | 25-N: Un mal enquistado que requiere una lucha mucho más eficaz
La llegada del 25-N renueva los actos y las campañas para intentar combatir la violencia contra las mujeres. Pero las estadísticas son tozudas y prueban que la eficacia real para frenar este mal no alcanza los éxitos necesarios. Existe la posibilidad de intentar una lectura positiva con el incremento que se genera en las denuncias sobre todo tipo de fenómenos relacionados con los conflictos de igualdad, y especialmente en el campo de las agresiones contra mujeres, en sus más variadas posibilidades. Ese paso es fundamental, que se recurra a fórmulas de apoyo y de denuncia, como el teléfono gratuito y que no deja rastro, el 016.
Hay que destacar que cada mujer que da el paso, y consigue salir de esa especie de cárcel en vida que supone la violencia familiar, supone un avance. Pero en el global las cosas parece evidente que pueden y deben hacerse mejor.
La sociedad reclama y necesita un cambio radical en este asunto. Una mentalización eficaz que impida el que las nuevas generaciones de féminas se vean sumidas en esa espiral de violación de sus derechos. Todos estamos obligados a dar un paso al frente, de ser valientes para colaborar en ese inaplazable cambio de hábitos, de fórmulas de convivencia y de implantación de unas líneas rojas de respeto máximo para todos y para todas en cualquier nivel o sitio de convivencia.
Sobre todo esto, también serían admisibles las críticas y quejas por las gestiones no siempre apropiadas, e incluso por los gestos, palabras e incluso decisiones que no son acertadas por las parte de las instituciones y de quienes las dirigen. El último año ha sido muy negativo para las víctimas, con la implantación de la polémica ley del ‘sí es sí’ de la que se han beneficiado cientos de presos convictos que habían violentado la libertad sexual de mujeres, que se han visto de algún modo agredidas de nuevo.
Por todo esto, cabe esa reclamación de una lucha mucho más eficaz contra la violencia que sufren las mujeres, en todos los frentes y ámbitos. Hay que escucharlas más, a las que conocen el problema de primera mano, y ser muy rigurosos con cualquier paso legal, para que no se generen grietas y polémicas que lesionan a quienes debemos defender.