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Sesenta años ya. Qué manera de galopar el tiempo, pero no aquel instante, fijado y detenido en el recuerdo como si lo hubieran tallado a gubia en madera de boj. Un 22 de noviembre era. En el calendario, santa Cecilia, patrona de la música, 1963, colegio de los dominicos en La Virgen del Camino. Solemne concierto de la escolanía en el salón de actos. Polifonía clásica, claro, y algún tema profano. Alegría por todo lo alto. Y enorme conmoción por todo lo bajo cuando un fraile irrumpe muy agitado en el escenario. Enmudecimos los del coro y se comunica a la audiencia la trágica noticia: han asesinado a Kennedy. El oooh general es también polifónico. Poco más va en la noticia: le dispararon en Dallas, Tejas. El concierto quedó automáticamente suspendido. Los chavales, a la sala de estudios. Los frailes, a esperar en la radio o en la tele más detalles.

Aquella muerte se sentía como la de un hermano mayor, la del primer católico en llegar a la presidencia de los Estados Unidos, un John Fiztgerald Kennedy que unos meses antes había remitido al colegio un enorme sobre con grandes fotografías institucionales y familiares y una en especial firmada y dedicada (cuánto honor), respondiendo así a la carta que los frailes habían enviado a la Casa Blanca presentando congratulaciones, respetos y rezos por su mandato, incluyendo además una fotografía del benjamín del curso, Jaime Morán, cuyo parecido con el mandatario era notable; tal era así, que desde entonces ya sólo le llamamos Kennedy. La consternación se adueñó de todos. La cena fue muda, pero hubo murmullo hasta el dormir. Al día siguiente, al entrar en la capilla, ¡un pasmo!, allí estaba frente al altar un crío de mi curso, de cuyo nombre siempre me acuerdo, de rodillas él y con los brazos en cruz, postura en la que permaneció toda la noche, según le explicó al director, rezando por la paz del mundo, ¡lavirgen!, admirable con 11 añitos. Y hoy, 60 años después, la muerte de Kennedy nunca aclarada se lía aún más con nuevas pistas de un miembro de su seguridad aquel día. Hubo más de un tirador.