Editorial | Cercanías Renfe: ¿otro melón envenenado?
La sabiduría popular dice que hasta que no se llega a casa y se abre un melón en realidad se desconoce cómo está. En la política española es frecuente esta expresión para referirse a la apertura de debates no siempre necesarios. El nuevo ministro de Transportes, Óscar Puente, sorprendió ayer con unas declaraciones que incluyeron algo así como un «café para todos» en el asunto del ferrocarril. Y en concreto sobre los servicios de Cercanías que el Gobierno de Pedro Sánchez tendrá que entregar a la Generalitat de Cataluña a cambio de los votos de los independentistas. En principio han sido incontables las voces, incluidos los sindicatos, que alertan del caos de fraccionar un servicio que debe estar unificado. Ahora, se ofrece a las autonomías asumir Cercanías. Quizás puede ser factible. Pero un asunto así requiere rigor en los estudios y mucha transparencia para que no haya desigualdad en la financiación. La experiencia no invita al optimismo.