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Zozobra el ánimo en la balsa de los días que cruza el calendario como en marejada bajo nube negra que aleja el fin de la tormenta. Eso dicen. En ello redoblan las noticias. Una ojeada a los medios parece confirmarlo: belicismo, derrotismo, nervios, extremismos... anque también sea cierto que los buenos y la bondad no son noticia, que la normalidad es seputada por lo anormal o el anormal y que, entre la gente, la compasión y el olvido son más anchos que la venganza.

Sócrates nos tranquiliza: haced caso a lo que diga el Dinero, único dios sobre todas las cosas y políticas. Con la investidura de Sánchez se vaticinó debacle en inversión, huída de empresas... pues bien, justo desde entonces no deja de subir la Bolsa española sin flaquear ni un día hasta recuperar y superar niveles de prepandemia. Ahí es donde habla el vil metal y parece ver muchos horizontes, alegre va. Amnistías o quiebra del Estado se la refanfinflan. El dinero fluye. Asintió Peláez y añadió que acaba de casarse una influencer en París y su boda costó 58 millones (tú hay mañanas que no los ganas). Y que la industria del lujo mueve más dinero que nunca, pese de la incertidumbre económica: podría cerrar 2023 con un valor récord de 1,5 billones de euros. ¿Escandalizarme?, dijo, dadme un rico que despilfarre, sólo así circulará su oro llegándoles algo a currantes, artistas o tenderos. Maldito el rico que sólo encripta su dinero en cámaras acorazadas. Rueden las monedas, para eso se hicieron redondas. Y en estas tiró Otavito de internet y encontró al filosofo Gilles Lipovetsky diciendo: “El lujo era lo más bello, lo más caro y lo más raro. Hoy también es el mal gusto, lo feo, incluso lo vulgar y lo obsceno”. Y añadió un titular de prensa: «La meritocracia ha muerto y por primera vez hay más herederos entre los ‘nuevos ricos’ que empresarios hechos a sí mismos». Si los hijos son sólo herederos, ¿qué heredarán sus hijos?... responde el viejo el aforismo castellano «¿Quiénes son los pobres? Los nietos de los ricos». Y a pesar de todo lo comentado, « E la nave va », como en la película de Federico Fellini.