Para qué sirve un paraca
No hay nada más injusto que hacer partes iguales entre desiguales (I). Allá van, otra vez, los fatos de la política leonesa a darse de bruces contra el frontón de la realidad que deja en pelotas la madre que lo parió cada vez que echa a una estadística a rodar por el tobogán desde que el receba al público. La madre que lo parió es la administración, en el concepto extendido que ha convertido la administración en gestoría gigante del mastodonte burocrático que expresa con manos y piernas, puños y patadas, y otros apéndices, lo que le ordena el cerebro del Estado. Como somos muy viejos, no interesa recordar que hasta hace apenas dos años se cocían protestas de multitudes para pedir futuro para los hijos; futuro para la prole; también, para que un día de San Froilán cualquiera no acabe reducido a la misa de San Juan ante la capillina de la calle Ancha. Ante la rebelión popular, se tomaron medidas drásticas. El sacrificio de uno de los convocantes fue un aviso a navegantes, basado en el principio de subsistencia sobre el que se mueve cuando hay que saludar al pajarito antes de la foto. Así que la revolución proletaria se apagó con el aterrizaje de paracas, que es la muletilla política más extendida cuando el mensaje que le interesa al poder no prende entre la fauna y la flora local. Algunas proyecciones de la comunicación emplearon hace años el mismo esquema para librarse del peso moral de corregir renglones torcidos, y dejaron de contratar a indígenas, y evitar el trance de la criptonita que disuelve el gen del castellanismo. Uno de los grandes espectáculos que se pueden seguir en León cada año lo protagonizan las mejores divisiones internacionales de paracas; si pudiera, volvería a ver en acción a los franceses, que se dejan caer con la discreción de las abejas y golpean con la tensión de los peregrinos, de los halcones, digo, no de los coreanos que pasan por Rabanal de camino a Santiago. Un paraca está para apuros de la institución que sirve. Vuelvo a los franceses, que saltaron una noche sobre el aeropuerto de Mali para sofocar el ataque del integrismo. Ris, ras. Salieron los datos del paro de noviembre. Para caídas, las de Cristo con la cruz a cuestas. Para caídas, como su nombre indica. Es evidente para qué sirve un paraca en un sindicato.