Editorial | Oposiciones para una aguja en un pajar

El Ayuntamiento de León debe buscar una aguja en el pajar entre los candidatos a las distintas oposiciones que ha convocado, marcado el proceso por el retraso propio de cuantos mecanismos pone en marcha la pesada maquinaria pública. Sin entrar en este caso a analizar las carencias, excesos o vicios de la estructura laboral del municipio de la capital, no deja de llamar la atención el rigor con el que parecen escoger ahora al selecto grupo de empleados públicos que han de sumarse a sus pobladas filas. Ahí está el conflicto de la Policía Local, que más allá de los asuntos judiciales que incumben a su intendente dejan una inquietante lista de candidatos «no aptos» para el servicio entre quienes ya están desarrollando funciones como agentes de la autoridad. Qué decir ahora de los administrativos. La convocatoria con más concurrencia de cuantas ha presentado el consistorio leonés (casi un millar de inscritos, la mitad de ellos examinados y calificados) deja el preocupante saldo de 10 aprobados en el segundo ejercicio. Uno menos que las plazas a cubrir, con histórica afluencia de opositores.

Como no cabe presumir incapacidad manifiesta en el grueso de los participantes, habrá que indagar en qué se ha fallado. O en la repentina ignorancia generalizada de cientos de candidatos, o en un desempeño irracional, por no apuntar intenciones de más graves consecuencias, de los convocantes.