Luz y traductores
Meterle catalán, euskera y galego al Parlamento europeo costaría 132 millones al año; y no tiene un pase, dice Europa, al tener que añadir otras 20 lenguas a las 24 ya oficiales con que cada cual habla ahí: alemán, búlgaro, checo, croata, danés, eslovaco, esloveno, español, estonio, finés, francés, griego, húngaro, inglés, irlandés, italiano, letón, lituano, maltés, holandés, polaco, portugués, rumano y sueco. En Babel no hubo tantas y la torre con la que quisieron llegar a las barbas de un dios atónito se fue al carajo. ¿Ocurrirá esto con la torre que aún levanta la Comunidad Europea para alcanzar el chirri de la diosa Unión?... Se argumenta, sin embargo, que «incluir lenguas maternas en un foro internacional permite promover la inclusión, la diversidad y el entendimiento de los estados miembros» y que, al sentirse valorados y respetados, todos se identifican mejor con la unión y objetivos comunes. Cierto, uno se expresa más claramente en su lengua madre; y claridad es lo que debe exigirse en política. Dese, pues, por bueno si eso implica además los 2.000 intérpretes, traductores y juristas políglotas que trabajan en el ente europeo (fuente de empleo; y más mujeres que hombres); su cualificación y papel son clave y sin duda harán por entenderse más que los propios políticos cobrando muchísimo menos. Peor lo tendrían en la ONU donde sólo hay seis idiomas oficiales (inglés, francés, ruso, español, árabe y chino), aunque cualquiera de sus 192 países miembros pueden hacerlo en sus lenguas pagándose intérpretes propios (apoquinó Gadafi cuando pasó del árabe y lo hizo en un dialecto libio). Que el planeta hable un día una sola lengua es utopía tonta, así que un buen traductor es impagable. Dijo Borges que la primera vez que leyó El Quijote fue en inglés y que al leerlo en castellano le pareció una mala traducción (también fueron ganas y babilla). Ahora bien, si el asturianu despechau colara también en Bruselas, bien podría ser que con tanta borrachera de lenguas acaben las sesiones parlamentarias cantando el «Asturias, patria querida». Y eso no estaría mal.