Diario de León

Antonio Casado

Sánchez-Feijóo: el abismo

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Después de asistir al cruce parlamentario del presidente del Gobierno y el líder del PP, Núñez Feijóo, este miércoles en el Congreso, huelga seguir especulando sobre un encuentro más o menos apacible entre ambos. Y eso no quiere decir que se podían haber ahorrado la cita del viernes que viene. Lo que quiero decir es que sólo servirá para constatar el abismo que separa a Sánchez del jefe de la oposición. Mala noticia, por supuesto, porque el fondo de la cuestión es precisamente ese abismo, esa anomalía, esa desgracia que le ha caído a millones de ciudadanos con sed de centralidad. En otras palabras: es imposible que haya una cierta complicidad entre el poder y su alternativa en nombre del interés general que debería inspirar a ambos.

Que vayan a verse hoy, viernes, no garantiza un eventual acercamiento de posiciones. Semejante desenlace de la bronca actual supondría atacar los fundamentos de la llamada ecuación Frankenstein.

Que Sánchez y Feijóo se entiendan en cuestiones de interés general haría saltar por los aires la ya de por si balcanizada amalgama de partidos sobre la que se asienta el Gobierno. Algo que de ninguna manera puede permitirse Pedro Sánchez. Pero es lo que ocurriría si Moncloa aceptase los diez puntos del orden del día que ha propuesto Feijóo y que ha aceptado Sánchez («Hablamos de lo que usted quiera», ha dicho). Imaginemos que se ponen de acuerdo en que la amnistía ataca el principio de igualdad, que a los independentistas hay que pararles los pies en sus ataques a los jueces españoles, que las líneas generales de la financiación autonómica han de nacer de un consenso entre el Gobierno y el PP, que la figura del jefe del Estado debe estar legalmente protegida frente a las injurias de sus declarados enemigos del Rey, etc.

Todos esos asuntos son de Estado y están previamente pactados con sus declarados enemigos. Asuntos que nada importan a partidos de verificada aversión al vigente orden constitucional, por mucho que el Gobierno ponga a su disposición los mismísimos secretos de Estado en la comisión correspondiente del Congreso.

La pregunta sale sola: ¿Cuánto tardarían los socios republicanos e independentistas de Sánchez en romper el pedestal parlamentario sobre el que descansa el sanchismo y su agenda «progresista» y «plurinacional»? Se admiten apuestas.

Por eso el presidente del Gobierno prefiere descalificar al PP por su predisposición «al berrinche y no al diálogo», diciendo que lo único que le importa a Feijóo es derogar el sanchismo, pero sin proponer nada para arreglar los problemas del país.

Atentos a la pantalla.

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