Un solo niño
Víctor Fuentes, desde Estados Unidos y desde sus luminosos 91 años, me remite el poema Oda a los niños de Madrid muertos por la metralla, de Vicente Aleixandre, publicado en 1937 y durante décadas olvidado. Mi amigo fue de esos niños que sufrieron el horror de la aviación de Mussolini, cuando en Valencia una de las bombas lanzadas contra la población entró en la habitación donde estaban hospedados, pero no explotó. Soy creyente y a esto no lo llamo suerte. Ahora, las imágenes del terror en Gaza de la infancia le estallan. Escribió Aleixandre: «Son las oscuras casas donde murieron niños/ Miradlas. Como gajos/ se abrieron en la noche bajo la luz terrible». La desazón de mi amigo va más allá de sus recuerdos, no es su pasado el que le desgarra sino el presente. Escribió Aleixandre: «Ríos de niños muertos van buscando/ un destino final, un mundo alto». Y escribe Fuentes como anexo al poema: «Habíamos vivido escenas del Guernica de Picasso (mi madre, con voz en grito, tratando de encender la luz, nosotros rodeados de escombros)». Porque él mismo las tuvo puede concluir, «¡Qué pesadillas tendrán, ahora miles de niños y niñas de Gaza, y a la intemperie, sedientos y hambrientos! «. Mi vida hubiese peor si ese pequeño de 4 años muere, si la bomba cumple su criminal misión. Aún sigo pensando que la Historia no se repite, pero la condición humana sí. Aun amo ver aparecer a mi mujer y a mi hijo por la puerta. Aún creo en la amistad. ¿Será porque aún queda algo en mí del niño que fui?
Hoy, en el Centro Penitenciario de Mansilla, tendrá lugar un gran ágora de la poesía. Dieciocho personas privadas de libertad leerán versos junto a nueve que quieren compartir la suya. Un acto coordinado por Ramiro Pinto. Gracias a todos por la esperanza.
Aún sigo pensando que nacemos para el amor, entonces… ¿qué falla? No hay fronteras, no hay lugares, no hay distancias… solo seres humanos. Hay familias y hay prójimo. Y Cristo nació en un pesebre. Escribió Aleixandre: «Los niños han gritado./ Su voz está sonando.» Hace años escribí de Víctor Fuentes que era un Huckleberry adulto, es decir, crío grande, rebelde y bueno. Aún lo sigue siendo. ¿Y nosotros? Feliz Navidad, lectores. Un solo niño es todos los niños.