Diario de León

Luis del Val

Tabaco, no. ¿Cocaína, sí?

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No soy fumador. Lo fui. Y, como todos los conversos, mi rechazo a la combustión de los puros y cigarrillos es superior a la media, porque todos los conversos pretendemos recuperar el tiempo perdido. Ello no obsta para que me sorprenda el entusiasmo totalitario contra el tabaco, y se pretenda arruinar al 20% de la hostelería, prohibiendo fumar en las terrazas al aire libre. Al lado del frustrado cliente, que no puede encender la brasa de un humilde cigarrillo, existe una estufa que lanza una gruesa llama —procedente de la combustión del butano— y que consume más oxígeno que un batallón de fumadores, ejerciendo su afición, todos a la vez. Asimismo, no sé si sopesa o está ya decidido que los fumadores no puedan encender un pitillo, en el interior de su coche. Ignoro si es por si por las rendijas de la ventanilla se pueda escapar humo, o por una labor preventiva, no sea que el fumador tengan hijos pequeños y los hijos pequeños puedan oler ese resto de humo que dejan los fumadores en sus habitáculos. Desde que una ilustre tonta contemporánea, siendo ministra, afirmó que «los hijos no son de los padres», parece que los gobernantes no duerman pensando en proteger a unos niños a los que no paren, no les compran ropa, no les dan de comer, y no les pagan las actividades escolares.

Hombre, si les preocupa la salud de los niños, sobre todo la mental, que prohíban que los niños vean los telediarios hasta que no cumplan la mayoría de edad, para que no se familiaricen demasiado con el cinismo, las mentiras, y la falta de honor de los políticos. Como soy muy mal pensado, esta especie de totalitarismo fogoso, esta cruzada vehemente contra el fumador, sospecho si no estará auspiciada por los grandes capos de la droga, con el fin de que los fumadores se pasen a algo mucho menos perseguido, como la cocaína.

Los tontos prohibicionistas podrán decir que la cocaína es ecológica y estable, y sólo le jode la vida al consumidor. Lo único positivo es que no van a faltar camareros, porque un 20% de negocios de hostelería es posible que cierren.

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