Diario de León

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No te engañes, Romanín, ni engañes más a tu cuñado de Santander dándole trapo en los morros con los aires tremolinos del pendón que te vale (y ya te vale) de cañón en cada batalla que buscas. Como cada año has vuelto a azotarle con la misma  grandeur  identitaria de tu  Ramo Leonés de Navidad , cuando nadie mejor que tú sabe que 1.- jamás puede llamarse leonés (y sólo leonés aún menos), pues es forma votiva y ritual visible de aquí a Lima pasando por Cangas o Medina... 2.- que no es sólo cosa de Navidad, sino de todo el año, ofrecido también en mayos, corpus, patrones, la pascua... 3.- que era cosa religiosa, nunca laica, y así lo profanas... y 4.- que nunca tuvo sólo esa forma triangular que ahora dicta el grandonismu municipá, triángulu que da a entender ahí una obscena alianza entre la  escuadra de los masones y el candelabro de los judíos , confirmando, no sin pavor, el complot  judeo-masónico  que tanto veía Franco por doquier y que le aterró hasta morir ( ahí lo tienes, báilaló, báilaló, no le quites el mandil... ¡el mandil!...  ¡tate, otru símbolu masónicu arrimándose tamién al ramu!).

Ya ves, Romanín... el ego cazurro identitario enfartúcase con harta invención y rábanos sin hojas. Epidemia parece. Sé que lo necesitas, pero deberías disimular tanta obsesión por hurgar en arcones, legajos, ritos y pitos muertos que sólo están para inventario, museo o teatralización, difunto ya su viejo sentido o su ser popular. Lo sospechoso (o perverso) es que con ello intentes revestir de diferente tu yo desnudo o huérfano y, ya puestos, proclamarte acto seguido tierra distinta, identidad propia, orgullo de estirpe, raza aparte y nación con derecho a lamerse el pijo para levantar las ganas y preñar un futuro que no sólo se te adeuda por habértelo robado el vecino vil (¡colonialista antaño,  neocolonialista  hogaño!, díjolu’l primu Rogeliu), sino que será próspero, muy noble, muy regio, muy imperial y un ensalmo redentor en verso decretal que nos sacará de los males y agonías que la puta y cruda realidad nos receta cada día (también por ser algo bocas, llambriones y cegatos, reconocerás).

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