Diario de León

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He disfrutado mucho la tercera entrega de la serie El reino . El medievo nuestro sí que fue de este mundo: ambición, poder, traición, violencia… pero también amor, sacrificio y sentido de la misión colectiva. Una nueva muestra por parte de 8 León de que es posible crear cuando talento y pasión suplen a los grandes presupuestos. De nuevo, la valía de Emma Rosa Posada y de todo su equipo se convierte en gesta profesional de nuestro mejor periodismo de entretenimiento, que no se conforma con lo fácil. Hubo un poco de todo en el episodio. Alfonso IV, el rey enamorado, quien tras enviudar, roto por el dolor, renunció al trono y se hizo monje. Un hermano —Ramiro II— que le sucede. El exmonarca reclamaría su corona y fue mandado cegar, junto con quienes le apoyaron. Uff. Otro rey, Sancho I, con obesidad mórbida y una dieta milagro. Un eclipse. Abderramán III que llora por haber perdido en cruenta batalla una cota de malla y un Corán de oro, objetos que le serán devueltos por quienes le habían derrotado. Venenos eficaces, miradas que matan, mujeres inteligentes que no son meras comparsas. Fernán González, héroe para unos, traidor para otros. Casamientos de conveniencia, que a veces hasta salen bien. Poder contra poder, pero también virtud junto a virtud. La España futura abriéndose lentamente camino hacia su nacimiento, pues de ahí venimos todos, incluso quien no quiere.

¿León está muerto? Más allá de cierres de negocios y de cifras aún contamos con un gran patrimonio humano y profesional. Una serie así no se hace con victimismo. No es la primera vez que felicito a Juan Francisco Martín, director de 8 Televisión. Soy del viejo estilo, y los logros de mis colegas me alegran. Vuelvo a aplaudir. Todos ganamos.

Han debido de pasar más frío rodando en exteriores que los leotardos de don Mendo, pero tan excelente resultado merece un resfriado. Se divirtieron lo suyo, estado compatible con trabajar en serio. Es más, si el equipo necesita un extra para recibir espadazos le puedo dar varios nombres, pero si busca un juglar de columnas o un señor con gafas que coma venado ya saben mi paradero. Soy de caché facilón. Ya en serio: felicitaciones, queridos colegas. Y ahora a por el episodio IV.

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