Ponte aquí
Con el mismo estrépito con el que hemos visto caer mitos como el que nos invitaba a beber dos litros de agua al día, sin resultado beneficioso alguno, salvo cuando nos empeñamos en cambiarlo por cerveza, la realidad termina por desmontar el bulo extendido por los políticos para convencernos de que las empresas se instalan donde quieren. No, mira. La enmienda al embuste, como en tantas cosas de manera reciente, se la debemos al empeño con el que Junts ha decidido desnudar la tramoya del poder para que queden al aire los mecanismos que hacen orbitar las inversiones, el desarrollo económico y el nacimiento de industria en una zona concreta por una acción específica. Este determinismo político, que abona la teoría de que a León, por poner un ejemplo cercano, le toca conformarse con el papel de pila de alimentación de las energías renovables para el resto del país, amén de parque temático del folclore y la naturaleza, queda matizada por el entrelíneas del pacto con el que los supremacistas catalanes chantajean al PSOE de Sánchez para que prime la vuelta de las compañías que se fueron con el procés y castigue a las que se nieguen a retornar. Queridos niños, ya sabéis ahora quiénes son los Reyes Magos.
A nosotros en León, como éramos leoneses, no nos había preocupado que vinieran a por nadie. Pero salió la Junta a avisar de que se mostrará «muy beligerante» para que las 138 empresas que se instalaron en la comunidad tras la crisis independentista no se vayan. Dónde, pensamos lo primero. Dónde han venido, queremos decir, aunque se trate de una pregunta retórica, mientras nos acordábamos de la beligerancia con la que el Ejecutivo autonómico, en 2002, se puso a enviar cartas a 19 compañías asentadas en suelo industrial leonés para que conocieran los beneficios de trasladarse al parque tecnológico vallisoletano de Boecillo. La invitación para hacer comunidad, destapada por una indiscreción, aireó la estrategia que desde antes y hasta ahora, con el Gobierno como cómplice, se ha mantenido para dirigir los proyectos empresariales en el eje de Valladolid-Palencia-Burgos: unas veces de manera directa y otras con la priorización de inversiones en infraestructuras para que las industrias se convenzan de que mejor allí que aquí. Las empresas se ponen donde quieren. Ahora, el chiste les hace menos gracia.