Diario de León

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Quizá no lo sepas, pero cada semana comes y bebes cinco gramos de microplásticos, lo que pesa una tarjeta de crédito. ¡Cada semana! Bon profit. Lo tienen ya muy estudiado los científicos. Y además das de comer a otros poniendo demasiadas lavadoras porque lo mayor de tu ropa está hecho de fibra y tras cada lavado millones de partículas se van por el desagüe al río y después a la mar, que es el morir. Lo tienen muy claro y varios países, como Francia, obligarán desde 2025 a los fabricantes de lavadoras a instalar filtros de microplásticos. Díselo a Angelines, tan obsesionada ella con lograr blanco nuclear en blusas y camisas. Concluirás, pues, que eres muy activo en contaminar, no lo olvides. Es decir, no preguntes sólo por quién empezó este enguarre y quien lo alimenta. Llevamos ya muchas décadas emplasticando este planeta y... ¿se habla ahora del rastro envenenado que deja este material?... Eso ya lo sabían, pero nunca lo declararon; no podían dañar a una brutal industria que no ha dejado de expandirse y apabullar en resultados.

¿Llegará entonces el día en que a la fuerza se vuelva a la lana, al lino o algodón para vestir, y al esparto o caucho para calzarse?... Era lo natural. Por ello reza Conso, la prima de Angelines que resistió en su montaña a la que hace sólo unas décadas llegaba cada junio un rebaño de cinco mil merinas trashumando desde haciendas extremeñas y cuya lana de puro sedón dejaba sus buenos cuartos como fue norma en siglos esquiladores, sumándose también ahí el rebaño local de setecientas churras trasterminando cerca. Por ello reza. Y para que las viejas tierras linares vuelvan a lo suyo resucitando mañana un animado afán artesanal... ¡lana, lino!... y no morirá del todo su pueblo. Y si cada casa tuviera la vieja rueca y telar (aquella autarquía textil que propuso Ghandi a su pueblo), ¡viva la independencia y el jersey de durar diez años!... y al carajo prendas de plástico que en sólo uno, como mucho, tirarás al contenedor tras batanearlas en tu lavadora. Y más: si directamente te comes tu tarjeta de crédito, mejor que mejor.

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