Pan, pez y mentira
E l reparto de culpas y medallas en torno al informe Pisa parece no tener fin. Como en tantos temas, se hace imprescindible recurrir a los que saben del tema para discernir, en este akelarrre de meritorios, la realidad que se esconde detrás de unos números. Pisa, como ocurre normalmente con los datos sobre la enseñanza en España, evidencia la terrible disparidad que existe entre los territorios. La acumulación de generaciones con un buen nivel educativo provoca un evidente y probado efecto herencia. Por contra, siguen penalizados los territorios que no han sabido o no han logrado sumarse a esa herramienta básica para el progreso de los pueblos —en todos los órdenes, incluida su libertad—, que es la cultura. Es una ley inapelable, que admite excepciones, aunque que marca unas pautas generales como bien se sabe en el gremio del magisterio.
Pero en este Pisa se detecta un retroceso en el que cabe una parte de culpa para el confinamiento del covid. Me dicen que limitada. Que el verdadero cambio en la educación española forma parte de tantos tabúes como existen en la sociedad y especialmente en la política por temor a que una tergiversación o más directamente una manipulación acaben enviando al autor del pronunciamiento al redil de los proscritos. Las aulas de todo el país, y especialmente de los territorios con mejor nivel de desarrollo, están registrando un índice creciente de chavales con procedencias extranacionales. A los que incluso se les mete en una clase de un curso elevado sin saber siquiera una palabra del idioma. Sin periodo de adaptación o de mínima integración para poder entender algo de lo que dice el profesor. La ausencia de un plan específico, profesional y eficaz para ayudarles les genera un déficit que en muchos casos les lastra durante años cuando no para siempre. Pero de eso nadie habla, a pesar de que el harakiri demográfico que decidió hacerse España hace muchos años hace imprescindible la llegada de estas personas al país.
El conflicto es que esas realidades no caben en las ‘neoverdades’ que se nos venden. Para dar respuesta a los problemas no vale con hacerse trampas al solitario. Hay que decidir sobre análisis reales Recientemente el ministro Bolaños respondía a Podemos que nadie reclama propiedades de aquellas ‘ingentes’ inmatriculaciones de la Iglesia a las que se les dedicaron todo tipo de improperios. Cuestión numérica, como los casos de la pederastia al hacer listados de verdad.
Por eso, urge una educación eficaz que forme a personas críticas. Y más en este mundo digital que complica tanto los filtros y multiplica como los panes y los peces las mentiras más gordas.