Marco Aurelio Superstar
M e dicen mis ojos y mis pies, que son de costumbre de pasear por las librerías, que existe una pila de libros de esos que se ponen bien a la vista porque, de repente, están siendo más solicitados de lo normal. De esos que llevan años durmiendo en la esquina de clásicos y que necesitan una reedición masiva por una demanda que ningún gráfico de previsión editorial reflejaba ni en sus momentos más optimistas. Son estos libros sobre el estoicismo encabezados, claro, por las míticas Meditaciones de Marco Aurelio. De la nada, aparentemente, una parte sustanciosa de la mesa de ‘best sellers’ se ha visto invadida por títulos como: El pequeño libro del estoicismo, Diario para estoicos o, en el límite de lo absurdo, Cómo ser un estoico .
Una parte es la ironía de que, teniendo los libros de Séneca, Epicuro, Cicerón o Posidonio, el aspirante a epicúreo moderno necesite esa información destilada. Refleja mucho de la sociedad actual la necesidad de hacer zumo cualquier idea para vendérsela en biberón al supuesto cliente que, de repente, demuestra cierto interés en gastar su dinero en ella.
La sociedad actual no se fía de películas en las que cuesta entrar, de canciones que no sean tarareables a la primera escucha, de libros que no tengan un sorprendente giro de guión antes de las primeras cinco páginas. El salto de nivel ha llegado cuando estos conocimientos ya no sólo no son consumidos por aquellos que no están dispuestos a hacer el esfuerzo sino que, socialmente, este es el salto, son vistos negativamente por la sociedad que piensa que si no has sido capaz de reducir una idea a las líneas justas para no cansarme, el fracaso es necesariamente del autor, nunca del receptor. Esta es, como digo, la primera parte de esta llegada de Marco Aurelio a los podium de ventas.
La segunda, la más positiva para mí, es el efecto rebote que se ha producido tras años de enseñanzas en el sentido contrario. Tras esos años de libros en los que no dejaban de decirte cómo implementar tu esfuerzo y hasta dónde era de importante que tú estuvieras vivo para este planeta, llega Marco Aurelio para decirle a la gente que compra sus libros que no conviene fliparse, que tampoco somos tan importantes ni lo es nuestro dinero, nuestro ego o, hasta nuestro placer si para ello debemos renunciar a la virtud. Y que la voluntad o prohairesis está por encima de la ambición. Bien es cierto que todo eso se opone a leer aquello en cómodos resúmenes que se piensan para no forzar excesivamente tu voluntad, pero ver a Marco Aurelio como estrella bien compensa esa ironía.