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CUARTO CRECIENTE CARLOS FIDALGO

Recuerdos prestados

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L os recuerdos no se vende. Se prestan a los amigos. Y se comparten con quien los quiera dejar por escrito y esté dispuesto a hacer un buen uso de ellos.

Los recuerdos prestados de las hijas de Salomé Moradas, la mujer que pasó de ‘gobernanta’ de la antigua residencia de mineros solteros de la MSP en Toreno a gerente de un hostal con su nombre, ayudaron al escritor y humorista Juan Luis Cano —la otra cara de Gomaespuma junto a Guillermo Fesser— con la arquitectura de una novela. Y ahora también forman parte de la hemeroteca de este periódico.

Recuerdos que hablan de un día señalado; durante la primera visita oficial de los Reyes de España al Bierzo, cuando terminaba el verano de 1999, Don Juan Carlos I de Borbón y Doña Sofía de Grecia, en lo más alto de su popularidad, se sentaron a comer en el mismo hostal donde almorzaban los obreros que construían la autovía de Toreno. Salomé se negó a dar de comer a los reyes si no comían también los trabajadores que acudía a diario a su restaurante. Y cambió los planes de la Casa Real.

Recuerdos prestados son los que utilizó Juan Luis Cano, que cayó por el Hostal Salomé por casualidad allá por 2017, en su novela Yo fui santa . En especial aquel recuerdo de Salomé que revela otra faceta más de su generosidad; cuando también la hicieron ‘gobernanta’ de la residencia de mineros de Villaseca de Laciana, donde en los años setenta se alojaban los primeros trabajadores venidos de Cabo Verde, se escandalizó al ver que nadie les cambiaba las sábanas y se tenían que bañar con agua fría. ‘Yo los voy a tratar como a personas’, cuentan sus hijas que dijo.

En Villaseca de Laciana, se lo recuerdo, no hace mucho calor en invierno y las sábanas se ensucian como en todas partes.

Los recuerdos no se venden, no. Los lugares, sí. Y el Hostal Salomé se vende ahora por 700.000 euros. Se vende el edificio de piedra y tejado de pizarra. Las 30 habitaciones. El comedor de 120 metros cuadrados. La terraza de 230. Se traspasa el negocio. Quizá se venda también algo del prestigio que lo ha hecho popular. Lo que no se vende es la humanidad; la de Salomé, la de su marido Antonio, que son memoria; la de sus hijas, Rosa y María Salomé, que te prestan sus recuerdos si las sabes escuchar.