Diario de León

Fuera de juego. Carlos Frá

Arar nuestro futuro

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A más de uno se le ha hecho bola esto de que el campo muestre su hartazgo. El recurso barato obvio de la mera desacreditación se hace eficaz, como siempre, sólo ante los afines. Pero la cosa hace tiempo que no cuela.

Esta vez, el misil va dirigido a la línea de flotación. En Europa lo han leído más rápido —al no perder el tiempo buscando fantasmas— y ya anuncian que se reformarán exigencias medio ambientales incluso con relación a los fitosanitarios. El Gobierno francés se ha remangado, y ya negocia con concesiones también importantes, como el adiós al temido acuerdo con Mercosur, para proteger a sus productores locales.

Aquí, mientras, se buscan pellets en la arena. Ah, no. Que los pellets se cayeron de la agenda a petición de los pescadores gallegos, que vieron cómo se hundía su negocio por el alarmismo suscitado.

En esto del medio ambiente parece necesario un poco de rigor y mesura. Las modas imponen que cada vez que llueve, deja de llover, graniza, nieva, hace calor, o frío... todo se achaque al cambio climático. En esa terrible ceremonia de la confusión se entremezcla un problema gravísimo de la Humanidad con lo que cada uno tiene delante de sus narices. Y así se enreda todo, dando pábulo a ese cóctel venenoso que es la mezcla de populismos y silencios cobardes.

Los vídeos de jabalíes por las calles de las ciudades ponen en claro que algo ocurre. Pero no podemos atender a agoreros como ese que, hace menos de 20 meses, nos dijo por estas tierras que el colapso energético planetario —provocado por el capitalismo— llegaría en dos años, y que ese mismo verano (2022) ya habría apagones o, como mucho, serían inevitables en el siguiente invierno...

El origen de los actuales pantanos hay que buscarlo en planes ideados hace más de un siglo. No se pensaba en la electricidad. Se intentaba combatir sequías, y especialmente frenar las avenidas que arrasaban de manera periódica vegas y pueblos enteros.

Los excesos pendulares son los mayores enemigos del progreso. Como lo prueban las cifras reales de ese derroche de agua que lleva la Variante de Pajares hacia Asturias. Desde hace años se lanzan todo tipo de hipérboles para magnificarlo. Y resulta que son 10 hm3 al año. Al comparar se enfocan las cosas. Sin hipertrofia ecologista. El Tajo-Segura, ya recortado, trasvasa 218 hm3.

Quizá estos tractores estén arando el terreno en el que brotará nuestro futuro.

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