Diario de León

FUERA DE JUEGO CARLOS FRÁ

Algo nos hurtan

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E l martes fui a ver a mi médico para intentar superar las secuelas del último virus, y la conversación acabó con un doble diagnóstico similar sobre mi estado y la crisis de la atención primaria: dejar que pase el tiempo sin solucionar las cosas sólo sirve para agravarlas.

Me explicó el tapón que se genera al carecer de sustitutos. La acumulación de tarjetas en las ciudades y el vacío en el mundo rural, con un curioso alud de consultas de los pocos mayores que viven en pueblos a los que les dicen que, para que no cierren el consultorio, cuanto más vayan mejor... La falta de incentivos para que los jóvenes se enrolen en plazas que incluyen muchos kilómetros de malas carreteras. El caos inevitable por la ausencia de relevo generacional para los que se jubilan —el reenganche es un mero parche—... Y lo peor del diagnóstico siempre es el no tratamiento: son problemas reales que se deslizan cual bola de nieve por la montaña, sin ningún tipo de espacio ni en los debates políticos, ni en las prioridades de las instituciones.

Antes, al esperar por la consulta, estuve ojeando las novedades en el móvil. Unos, en sus tractores, reclamando también sus cinco minutos de gloria. Y esas últimas lágrimas televisadas tras el nuevo y vil crimen de las mafias de la droga, aupadas en sus planeadoras impunes.

Lo peor es que no es un asunto nuevo. Lo de las patrulleras averiadas. Como los accidentes mortales de aviones obsoletos para formar pilotos. O la matanza de aquella patera del Yak-42 estrellado en Afganistán. Qué decir de las armas que se encasquillan, vehículos que no pasan la ITV, uniformes que destiñen, chalecos deficientes... o aquellos blindados, que no eran tales frente a las minas, con los que fueron los chavales españoles a Afganistán. Un amigo, ya apartado de las patrullas, recuerda cuando subían el Portillo con la sirena y tenían que echarse al carril derecho para dar paso a los otros coches que no estaban tan obsoletos...

Pero con un ‘algo habrán hecho’ y el incomparable ‘todos fachas’ se tapa lo que sea. Como la bandera encima del féretro.

La herida de ETA aún supura. Aquella batalla tan desigual por las limitaciones que sufrían los de siempre. La sociedad la ganó, pese al nuevo relato, cuando acorraló a los asesinos en todos los frentes. Desoyendo, por suerte, demasiadas voces pidiendo buenismo... Algo parecido ocurrió con aquella ‘gracia’ con la que se quería ver a los narcos gallegos.

Frente al problema conocido del Estrecho la cosa pasa por encarar la realidad.

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