Canto rodado
Pisa se cae en León
H ace no mucho, el Ayuntamiento de León y la Junta se pegaban por una bandera en el colegio público Gumersindo de Azcárate porque iba a recibir la visita del rey Felipe VI y la reina Letizia porque había sido premiado por la Fundación Princesa de Girona como la mejor escuela de España. Esta semana, las familias y el profesorado hacían la mudanza del colegio público Antonio González de Lama al de La Granja porque una avería había inundado las escuelas del barrio de El Ejido, también premiadas por su buen hacer por el Ministerio de Educación el curso pasado.
No se han oído algaradas ni chillidos por un quítame de ahí ese trapo. Un vergonzoso silencio, el que quienes no saben ni quieren cuidar la escuela pública, ha tapado la avería y el traslado precipitado. En una ciudad que envejece y decrece, por mucho que se ofenda Mañueco porque el ministro con cartera bocachancla Óscar Puente diga que Castilla y León es un geriátrico a cielo abierto, no son capaces de ponerse de acuerdo ni para lo esencial, como debería ser mimar la escuela.
¿Apoya la escuela pública con el mismo brío con que presume de Pisa la Junta de Castilla y León?
Los colegios andan en una carrera de concursos y competiciones en busca de que excelentes experiencias pedagógicas sean reconocidas y, de paso, si vienen con un poco de dinero, renovar mobiliario, juguetes o materiales didácticos. Muchas veces lo logran porque hay gente buena y brillante en las aulas. A veces lo consiguen los centros más desfavorecidos, los que torean las desigualdades sociales desde la pizarra digital y saben que aunque sean los mejores no van a tener lista de espera en la época de matrículas.
Los políticos, señor Mañueco, señora Lucas, están a otra cosa. Ustedes se regodean en el informe Pisa como que fuera una bandera propia. Y se apropian de la bandera de la excelencia mientras los colegios que heredaron del Ministerio de Educación se hacen viejos, como nuestra población, y poco o nada se mira por sostenerlos con dignidad. En el reino de la Tierra de Sabor y de los Productos de León ni son capaces de dar comida buena en las escuelas ni de dar ejemplo como amos de llaves. Seguro que las del González de Lama se las rifan el alcalde y el presidente de la Junta.
Lástima que el informe Pisa ( Programme for International Student Assessment o Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes, que tenemos enseñanza bilingüe) se limite a evaluar cada cuatro años las competencias del alumnado en ciencias, lectura y matemáticas. Debería examinar a políticos en competencias de mejora de las escuelas, cuidado del alumnado y fomento de la docencia creativa y la participación de las familias. Ser los mejores en Pisa se debe, entre otras cosas, a la baja ratio por aula de la escuela rural. Así que menos lobos, señores de la Junta. La torre de Pisa cumple 850 años inclinada y en pie y aquí se nos caen las torres a las que se suben para pregonar sus éxitos mientras a la escuela pública, nuestra Pisa, la tratan con desdén.