Primer juicio a Sánchez
P edro Sánchez empujó ayer al Partido Socialista de Galicia a su peor resultado histórico electoral tras una intensa implicación personal en una campaña en la que el objetivo prioritario era que el PP de Feijóo perdiera la mayoría absoluta en su feudo tradicional. Las elecciones gallegas suponen el primer test a la gestión de líder socialista tras su temeraria apuesta apoyándose en Puigdemont y pagando el precio de la amnistía para ganar la investidura. La estrategia diseñada por Ferraz ante las previsiones negativas del partido en Galicia, lastrado también por un candidato con escaso carisma, se centró en ofrecer al electorado una alianza tácita con los nacionalistas del Bloque para forzar el cambio. La maniobra hunde al PSdeG favoreciendo a un Bloque Nacionalista que logra unos buenos resultados pero muy lejos de amenazar la hegemonía del Partido Popular. El desfondamiento de los socialistas en Galicia profundiza en la crisis territorial del PSOE como ya se materializó en las elecciones autonómicas y municipales y en puntos tan estratégicos como Andalucía, Madrid y Valencia. Galicia, por el contrario, respaldó a Feijóo también enérgicamente, implicado en la campaña en la que defendía no solo su liderazgo dentro del partido, sino la línea de oposición a Sánchez tras ganar las generales y perder la investidura. El batacazo de Galicia ya no puede ocultar el efecto vampirizador que la política de Sánchez supone para el conjunto de la organización del PSOE en España. Su cesión permanente a los nacionalismos periféricos para lograr mantenerse en el poder, tanto en Cataluña como en el País Vasco, está descapitalizando de una forma alarmante a la organización. La sumisión del PSdeG al Bloque Nacionalista Galego para intentar aislar al PP y la apuesta por un gobierno de coalición con una formación que exige el derecho de autodeterminación de Galicia han dejado a los compañeros del Sánchez sin señas de identidad, sin brújula, sin proyecto y, a la vista de los resultados de ayer, con un electorado muy menguante. Algunos análisis sostienen que el electorado socialista optó por la papeleta del BNG como voto útil, pero que en las generales volverá «a casa». Es discutible. Porque la política de Sánchez premiando a los nacionalismos periféricos actúa como un potente atractivo para un votante que contempla cómo se va gestando un Estado a dos velocidades y también quiere estar en la primera. El intento de derrotar a Feijóo en su terreno hubiera supuesto para la Moncloa un respiro en la presión política a la que le someten la exigencias de Puigdemont situando el foco en el líder gallego y cuestionando su liderazgo. Eso no ha sucedido y el foco político volverá a proyectarse sobre la amnistía y el coste institucional y político que las cesiones de Sánchez suponen para el Estado.