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NUBES Y CLAROS
 María
J. Muñiz

Frente a ‘la banca’

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Decía Mark Twain que el banquero es un tipo que nos presta el paraguas cuando luce el sol y quiere que se lo devolvamos al minuto de comenzar a llover. Podía haberlo escrito hoy. ‘La banca’ nos estrujó hasta el extremo cuando vinieron mal dadas, sobre todo a quienes llenaban sus arcas y pagaron por sus excesos; y ha seguido exprimiendo cuando el viento comenzó a soplarle a favor. ‘La banca’, así como ente global, se apresuró a aplicar las subidas de tipos de interés que, bien es cierto, llegaron tras un largo período de sequía de rendimientos que obligó a las entidades a apretarse con fuerza el cinturón. Lo hicieron a base de concentraciones y comisiones crecientes, despidos y abandono de sucursales. Esa capilaridad hoy perdida que castiga con especial crudeza a provincias como León, y a sus habitantes más vulnerables (quizá también de los más ahorradores).

Un ahorro al que aún hoy se niegan a remunerar con justicia. El paisanaje de la cartilla sigue pagando los platos rotos. Esos y los del despropósito de haber perdido en León aquel motor financiero engrasado durante un siglo por los leoneses.

La cuestión es que esta racanería de ‘la banca’ se ceba de manera especial con sus empleados. Eliminados los antiguos trabajadores, exprimidos los recortes y ajustes para cuadrar cuentas, aquel colectivo otrora privilegiado laboral y salarialmente está formado hoy por profesionales de sueldos mucho más escuetos, sometidos a la carga laboral de atender a similar número de clientes con plantillas muy reducidas y asfixiados además por la exigencia de objetivos comerciales de empresas que con demasiada frecuencia en los últimos años han demostrado tener pocos escrúpulos a la hora de hacer negocio con el ahorro de los demás. Sobre todo de los más vulnerables. El doloroso caso de las preferentes es sólo un ejemplo.

Sin ánimo de demonizar a ‘la banca’, parece razonable la exigencia de los trabajadores de que sus sueldos recuperen parte del poder adquisitivo perdido. Un 35% desde 2008. Sobre todo cuando sólo las seis entidades financieras cotizadas acaban de declarar un beneficio conjunto en 2023 de más de 26.000 millones de euros, un 25,6% más que un año antes. Repartir un pellizco de esa ganancia es lo que piden los trabajadores. Desde el lunes se movilizan para exigir el trozo que se han ganado del pastel. ¿Para cuándo el pedazo que les toca a los ahorradores? El Gobierno no ha sido capaz de arrancárselo a ‘la banca’. Una injusticia.