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CORNADA DE LOBO GARCÍA TRAPIELLO

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H oy recibirá el papa Francisco al arzobispo de Valladolid con la comisión «pro beatificación de Isabel la Católica» que ruega retomar la causa interrumpida buscando llevar a los altares a quien patrocinó el descubrimiento, conquista y colonizacion de América, peliaguda circunstancia. El empeño de beatificar, primero, y canonizar a la más famosa reina española jamás habría sido posible sin el pertinaz empeño de un leonés, Pablo Díez, Don Pablo, creador del imperio Corona, la cerveza mejicana que ya es la número uno de las 450 extranjeras que importa Estados Unidos. Su obstinada devoción por la Católica y su plan evangelizador llevó a este paisano a dotar millonariamente y sine die este proceso iniciado ya en 1972, justo al morir él, y que por manda testamentaria siguió dotando generosamente su sucesor, Antonino Fernández, incluso después de que en 1993 Juan Pablo II viera necesario «un nuevo tiempo de estudio y reflexión» (o sea, ¡al cajón bendito!, carpetazo), tras advertirle el arzobispo de París de las graves consecuencias que tendría su beatificación en la comunidad hebrea por la persecución y expulsiones que la reina Isabel decretó contra los judíos. Así que el sueño de los injustos cayó sobre los mamotretos de comisiones, estudios, alegatos y alabanzas.

Junto a un centenar de devotos de España y América, ¡y 30 años después!, la comisión entrega hoy al papa las actas del congreso que en 2018 se celebró en Valladolid sobre « La reina Isabel y la evangelización de América ». Y a ver si por estas Roma abandona sus sorderas y reabre causa. Pero no pinta nada bien. Por primera vez en su historia la Iglesia católica tiene papa americano y se le supone muy sensible con una colonización controvertida más que nunca en un continente que derriba las estatuas de esta reina igual que las de fray Junípero Serra, conquistadores y egregios hispanos. Les recibirá con sonrisa, claro, pero la diplomacia vaticana le aconsejará nanainas y tururú. ¿Y después? La comisión persistirá en su empeño. Fue voluntad de Don Pablo. Y lo mejor, hay dinero. Qué bien. O sea, mejor.