Diccionario con juanete
Leo a nuestro paisano Antonio de Valbuena (1844, 1929), quien firmaba Miguel de Escalada sus artículos en El Imparcial . Buena pluma, afilado colmillo. Mi lectura del tomo cuarto —no tengo el resto— de su Fe de erratas del diccionario de la Academia (1896), dedicado en su totalidad a llamarle malo al último niño de la docta casa, el duodécimo, la compagino con la de los artículos de réplica del académico Commelerán, publicados en El Liberal . Incluso Alejandro Dumas se hizo eco del largo duelo de papel, pues tras los artículos venía el tomo recopilador. Valbuena se leyó entero este diccionario, publicado en 1884, para confirmar que acababa en la zeta. Amaba la gramática, la ortografía, la lexicografía… odiaba las definiciones ininteligibles, la sintaxis incorrecta, lo obtuso. A veces, tenía razón; otras, no. Con genio del bueno y del malo. Sin duda, también había politiqueo e inquina tras sus rapapolvos, y fijación de la que no da esplendor. A la Academia le había salido un juanete leonés.
Carecía de formación universitaria en Lengua Española, pero sabía latín —aprendido en el seminario— como si hubiese hecho la mili en la Legio VII. Aunque otros la habían hecho en la VI. Contabilizó 600 palabras «inútiles y desconocidas casi por entero» incluidas en el nuevo diccionario. Y Commelerán le contestaba mordaz. Y así durante años, pequeño destello de taras de nuestra convivencia. Cuenta en el libro que «una ama de huéspedes» preguntó a su tendero el precio de un chocolate, tras escucharlo añadió: «¿Y uno más barato… aunque sea peor?». El tendero argumentó que más barato podría quizá encontrarlo «pero peor, imposible». Y Valbuena remata: «Lo mismo pasa con el Diccionario». Y culpa, entre otras pullas, a las dietas de los académicos. Siboni le llamó «perdonavidas literario», claro que este crítico escribió que La Regenta era mal libro.
Pero allá arriba, donde desde hace mucho están Valbuena y sus académicos, hubieron de reírse juntos al enterarse —todo se sabe— de que, aquí abajo, Jesulín dijo «en dos palabras: im presionante». El ILC acaba de publicar sus cuentos de temática leonesa y los recuerdos de su tierra. Muy bien. No hay diccionario perfecto, ni juanete que cien años dure.