Duelistas
Goya no pintó a los contrincantes de Duelo a garrotazos enterrados en un lodazal. El aspecto de la superficie sobre la que están los dos duelistas lo dio la degeneración de los pigmentos al ser trasladados del muro original al lienzo en el que hoy se ven, garrote en mano. El lugar original de la pintura fue la Quinta del Sordo. Nombre apropiado para el cuadro y para la representación que ha adquirido. Las dos Españas. Podrían trasladarlo a la carrera de San Jerónimo, al Congreso de los Diputados, con lodo incluido. Sus señorías están haciendo encarecidos méritos para ello.
También deberían encargar una serie de réplicas para parlamentos autonómicos y diferentes asambleas donde los representantes de los ciudadanos se empeñan en denigrar la tarea para la que fueron elegidos. Se emplean ahora en poner en marcha eso que llaman el ventilador. Podrían llamarlo vomitorio. Al vomitorio le pueden aplicar sus dos acepciones. Algo vomitivo o puerta de los teatros y circos antiguos para entrar o salir de las gradas. En este caso más bien para salir, para que parte de la ciudadanía abandone el interés por la política. Y que se queden ellos, los políticos, con su máquina de esparcir basura y materia excrementicia.
La lluvia es recia. Y lo que flota en el aire, en ese aire contaminado por los ventiladores de sus señorías, resulta irrespirable. Lo han conseguido. Han conseguido que el artilugio funcione. Y tanto da que sea Koldo, el novio de Ayuso o la mujer de Pedro Sánchez quienes provocan su movimiento. Lo que se respira, gracias al electrodoméstico puesto en marcha, es que unos y otros se lucraron y convirtieron la pandemia en un negocio. De forma que a una parte importante de la ciudadanía tanto le da si el novio de Ayuso debe 300.000 euros o le adeudan 600.000, si la ministra palmera Montero conocía todo lo referente al caso horas antes de que se hiciera público o con quién hace negocios la mujer de Sánchez. Porque ya están saliendo por el vomitorio, con náuseas. Unos ascos provocados por el fondo y por la forma. Por la zafiedad de una presidenta de comunidad que usa la fruta como sinónimo de la labor prostibularia de la madre del presidente del Gobierno o por el tono mitinero de Patxi López ejerciendo de Groucho Marx -cambiando unos principios por otros si a Puigdemont no le gustan los primeros- culpando al PP de los atropellos independentistas de 2017. Para qué hablar de Vox o de Junts. Goya. Retratista. Quinta del Sordo y sus dos personajes en el duelo que usaba la gente de baja estofa, sin el protocolo ni las reglas de los caballeros. Encomendados únicamente a su garrote y su rencor.