Cerrar

Creado:

Actualizado:

A l lado de éstos, Jesús Gil y Gil era un lindo gatito. Esos chusmeros que abundan hoy en el Congreso y en el Senado tienen en común con aquél sicofante emergido del fango corrompido y corruptor del dinero una cosa, bueno, varias cosas, pero una principalmente: no son políticos. Y no siéndolo, sino sólo criaturas disruptivas, convierten el ejercicio más delicado de las sociedades, la política, en basura.

Lo que en colegios e institutos amarga la vida a los docentes e impide el aprovechamiento a la mayoría del alumnado, la acción de esos críos salvajes que lo mismo rompen a patadas las puertas que amenazan al profesor, que hacen una fogata en los lavabos o ahostian en comandita al pacífico compañero que les sirve de pim-pam-pum, y que recibe el nombre moderno de comportamiento disruptivo, parece haberse normalizado en el juego político como la cosa más natural del mundo, pero en éste espacio de adultos no existe siquiera el recurso extremo de la expulsión.

El Congreso de los Diputados y el Senado están hasta arriba de esos políticos violentos, chulánganos y rabaneros que hacen del incumplimiento de las normas más básicas de la civilidad su modus vivendi en los escaños.

El niño disruptivo ignora los límites, pero esa gentuza que grazna y rebuzna en los espacios de la verdadera soberanía popular, no es que los ignore, sino que, conociéndolos, los traspasa por gusto.

Por gusto, porque no están capacitados para conducirse con mayor elevación, y porque ven lo bien que les ha ido a los popes de esa miseria moral, los Trump, Milei y compañía, y creen opositar así a miembros de la banda.

Es verdad que el Gobierno está hasta el gorro de soportar los insultos, injurias, calumnias y vejaciones constantes de una derecha incapaz de asimilar la frustración de no ser ella quien gobierne, pero también lo es que el Ejecutivo en ningún caso debiera igualarse a ella entrando ciegamente a ese trapo pringoso que se le tiende.

Porque al final, en esa competición de a ver quién chilla más y es más zafio, el Congreso ya no será de los diputados, sino de esos disruptivos, y lamentablemente de nada más.