La estafa de las franquicias
Los comerciantes aseguran, cuentas en mano, que la terrible dictadura de las franquicias roza la esclavitud incluso cuando llega el día 20 de cada mes. Las dirigen en las centrales profesionales del sector, que saben elegir bien a sus socios y plantearles un claro ‘las tomas o las dejas’ en las condiciones de los interminables contratos.
En la política española, la irrupción de UPyD abrió la caja de pandora de los partidos prêt-à-porter. Una especie de potaje donde cabe todo con tal de acumular más candidaturas en provincias o pueblos. El fenómeno no era nuevo. Ya se había puesto en práctica en pequeñas formaciones regionalistas, una situación que conoce bien la UPL, por cuyas listas ha pasado un catalógo de paisanajes más propio de un museo de cera que de aspirantes al servicio público en administraciones.
En las franquicias comerciales aseguran que siempre acaban cobrando por todo. Y quizá por esto, las franquicias políticas se han llenado de buscavidas y aspirantes a secesionista catalán o vasco, dispuestos a renunciar a cualquier tipo de principio con tal de percibir una buena nómina, alegando que son el sostén de un gobierno, sea de rango nacional, provincial, local...
El último episodio nos llega desde Barcelona. Con Colau bloqueando un presupuesto de formaciones de izquierda. Tampoco sorprende, y menos en estas fechas semanasanteras, que retornan a La vida de Bryan y sus franquicias palestinas, y que, como la izquierda, siempre andan discutiendo quiénes son los mejores y más verdaderos, si el frente para la liberación liberada o la libertaria que ya liberó.
De esa lucha por la pureza de raza, los celos y los afanes de protagonismos llegan los nuevos perjuicios para los 46 millones de habitantes de este país, que no tendrán Presupuestos Generales del Estado. El efecto mariposa de unos ecologistas de Salou que no quieren el hotel del rock acaba dejando sin todo tipo de proyectos y leyes a toda España.
Pero las franquicias políticas también vienen del otro lado. Ciudadanos se pilló los dedos al bajar la trapa. Y Vox llevó al PP ‘de Madrid al cielo’ al torpedear a Ayuso y Almeida. Aquí tenemos a los que usan sus siglas en Ponferrada, haciendo todo lo posible para que vuelva a gobernar el PSOE.